Calatayud. Aragón (foto Agustín Sanmiguel)

LA TORRE NUEVA DE ZARAGOZA


Óleo de Pablo Gonzalvo. H. 1860

LA TORRE NUEVA DE ZARAGOZA
TIPOLOGÍA Y CRONOLOGÍA
(revista Aldaba, Zaragoza 1987)

La Torre Nueva, pese ha haber desaparecido hace ya casi 100 años, es el monumento mudéjar ara­gonés más conocido fuera de Espa­ña, por no decir el único. Su aspecto oriental, sus dimensiones -81,5 m. de altura-, y sobre todo su acusada inclinación -2,5 m. de desplome en la cota 50 m.-, llamaban la atención de los grabadores románticos, que la reprodujeron copiosamente con el pie de "la Torre Inclinada de Zarago­za".
Pero no sólo gustaba a los román­ticos decimonónicos; para los zara­gozanos del s. XIX quizás era el edi­ficio más querido de los que la impla­cable piqueta iba respetando, segu­ramente por ser municipal. Pero antes de su derribo no se tenía con­ciencia de que era una torre mudé­jar. Este término, inventado en el s. XIX de forma romántica a la vez que despectiva, no cuajaría hasta el s. XX.
Sería un arquitecto aragonés, Francisco Íñiguez Almech, quien valoraría en su justo término el arte nacido de los mudéjares aragoneses bajo encargo de sus señores cristia­nos, entre los que se encontraba el rey Pedro IV o el Papa Benedicto XIII. En 1937 publicó un artículo en AEAA, tomo XIII, titulado "Torres mudéjares aragonesas. Notas de sus estructuras primitivas y su evolu­ción". En él, por primera vez, se da a conocer de forma global la existen­cia de un numeroso grupo de torres de ladrillo, derivadas directamente, en su estructura y decoración, del alminar musulmán. Los trabajos más recientes del mudéjar aragonés, a pesar de apoyarse en Íñiguez, intro­duciendo a veces "peoras" en sus razonamientos, hacen escasas refe­rencias al mismo, por lo que ya es hora de valorar en su justa medida la labor de Íñiguez en el estudio y difu­sión del mudéjar aragonés.
La cronología que aporta para la arquitectura mudéjar, con las limita­ciones lógicas de un trabajo inicial, es amplia y abarca desde el período musulmán -la torre de Tauste o el interior de la de La Seo de Zara­goza-, hasta el s. XVI, donde encua­dra torres como la de Mainar o la Torre Nueva. Respecto a esta últi­ma, aporta un magnífico dibujo a lápiz en el estado que él consideró fuera el original, suprimiendo el último cuerpo y el chapitel, sustitui­dos por una linterna. Iñiguez había constatado que la coronación de la torre se había realizado en otra época más tardía que el resto, a juz­gar por la diferencia de materiales y estilos, además de que se corregía la inclinación en su coronación. Des­conociendo que ésta databa de 1512, creyéndola más tardía, fechó el resto de la torre en 1504, apoyán­dose en un documento de 1758.

Plantas. Desarrollo geométrico según Germán Pérez Vicén


LA TORRE NUEVA. TIPOLOGIA FORMAL
De la Torre Nueva se ha escrito mucho, quizás porque como decía Íñiguez, tiene "tales datos históricos y gráfi­cos que le dan valor de existencia". La fama de la torre le venía tanto por su excepcionalidad como por su singularidad. Era excepcional por sus dimensiones -81,5 m. de altura desde el suelo a la punta del chapi­tel, y 17 m. de profundidad de cimientos-, y por su desplome -2,37 m. en la cota 50,30-; el chapitel medía más de 17 m. de altura. Era singular por su tipología de planta mixta: torre exenta de planta estre­llada en sus cuerpos inferiores (aun­que el más bajo fue recrecido con planta octogonal en el s. XVIII), y planta octogonal en los cuerpos superiores. Sólo existe otra torre de planta mixta, la de Gazni (Afganis­tán), y, ésta sólo se conserva a medias, pues fue derribado su cuerpo superior, circular, por estar en ruinas. Aquí es preciso hacer notar las especiales características del arte islámico aragonés de ladrillo'. Salvo La Aljafería y algunas fortificaciones, no existe arte islámico documenta­do, de momento. En este contexto hay que considerar la fecha de cons­trucción de la torre. Tanto la Torre Nueva como otros edificios presumible­mente construidos antes del s. XII, tienen en común su profundo orien­talismo, tanto en las formas como en su estructura y sistemas constructi­vos, cercano al arte iranio de origen sasánida. En la Historia General del Arte, José Pijoan afirma que "la seme­janza de forma de la Torre Inclinada de Zaragoza con las torres mauso­leos de los primeros sultanes selyú­cidas o selyuqíes en Persia es realmente un caso misterioso de cultural supervi­vencia. Las torres sepulcros de Gazna son poligonales y con ángu­los en aristas para esquivar a los espíritus malignos. Estas aristas reaparecen casi idénticas en la parte baja de la torre zaragozana... Es imposible de creer que fuera un caso de coincidencia". En cambio Iñiguez disentía de esta teoría: "dejadas aparte por lejanas e imposibles de influencia las de Persia".
Hoy ya no es aventurado asegurar la directa relación entre la arquitec­tura aragonesa zagrí y la persa sel­yúcida o selyuqí. Sabemos de la diáspora de los arquitectos iraníes con los Ome­yas. Los gobernadores de la Marca Superior, de estirpe oriental, harían venir a alguno de estos arquitectos prestigiosos. También conocemos ahora, que la intelectualidad zarago­zana viajaba asiduamente a Oriente, mucho más que el resto de Al-Anda­lus, lo que indica una relación directa e intensa con Persia.
Las principales coincidencias de la Torre Nueva con la arquitectura del mundo iranio (Irán, Iraq, Afganistán y Uzbe­kistán) son:
• Los alminares en Occidente son cuadrados, derivados directa­mente de¡ de la mezquita de Damas­co. En Oriente son circulares y algu­nos de Aragón son octogonales, o sea cuasicirculares. Los más anti­guos de Aragón, los del castillo de Calatayud, son del s. IX, por lo que hay que desechar la teoría de que derivan del campanario gótico levan­tino.
• La Torre Nueva es la única torre de planta estrellada en Occidente, mientras que son muy numerosas las torres estrelladas selyúcidas de los s. X y XI.
• Iguales o parecidos motivos ornamentales encontramos, frisos de esquinillas, arcos entrecruzados, cruces, rombos, incrustaciones de cerámica vidriada, arcos ojivales o túmidos, etc. Incluso soluciones constructivas tales como las bóve­das falsas (o de aproximación de hiladas) o las claves de los arcos oji­vales desaparejadas, fruto de cons­truir el arco sin cimbrar.
1. Erróneamente, salvo lo señalado para Iñiguez, se ha venido considerando como mudéjar toda la obra medieval de ladrillo, sin tener en cuenta que una parte importante de los edificios no documentados son islámicos reutilizados por los cristianos. Quizás se pueda bautizar esta arquitectura, procedente de la mudéjar, como zagrí, nombre que se daban a sí mismos los aragoneses de religión musulmana. Para mas información al res­pecto vease "La Cultura Islámica en Aragón", DPZ 1986.

CRONOLOGIA
Hasta la fecha se había supuesto que la torre era de 1504 por un docu­mento de 1758, por otro lado lleno de errores. No se conserva para constatarlo el registro de actos comunes de ese año. Se conserva en cambio documentación del 24 de abril de 1512 que dice: "como salida por remediar el peligro que la torre del reloje de la ciudat havya, por la mucha necessidat que del remedio havia para la conservación della" (se llevaban gastados 2.000 sueldos jaqueses) "e por quanto por del todo segurar la dicha torre havia necessi­dat bax azerse unas coronas, que cierto parecía bien y seria obra muy buena y segura" (esto se hacía por 1.000 sueldos más). El 31 de diciem­bre se conminaba a Gabriel Gombao a que terminase el chapitel que rea­lizaba a destajo. La documentación conservada hace referencia exclu­siva a las obras del chapitel y a las de refuerzo de su parte inferior, en estado de ruina. Cabe entonces hacerse las siguientes preguntas:
• ¿Pudo construirse la torre en poco más de un año, dadas sus dimensiones? Como ejemplo docu­mentado, la torre de Radkan, de ladrillo, 10 m. de base y 20 de altura, se comenzó el año 407/1016 y se terminó 4 años después.
• ¿Puede construirse una torre de 81 m. de altura que amenace ruina 7 años después?
• Si es que se inclinó durante su construcción, ¿no se hubiesen dete­nido las obras, rehaciéndola desde sus cimientos, o cambiando de emplazamiento si el subsuelo no aseguraba una correcta cimenta­ción?
• Si el chapitel y cuerpo superior fue construido en 1512, de color y tipología diferentes que los del resto de la torre ¿es posible que estos fue­sen construidos sólo 7 años antes?
• Si la construcción de torres exentas de planta estrellada obe­dece al movimiento cultural selyúci­da, ¿cabe la construcción de la Torre Nueva con una tipología fuera de contexto temporal y cultural?
• Zaragoza, capital del sultanato homónimo y de Aragón, siempre ha estado a la vanguardia artística. La obra documentada de la torre, ade­más, está en onda con la arquitec­tura aragonesa contemporánea (ar­cos doblados de medio punto como los de los miradores de la arquitec­tura civil y chapitel como los de Báguena, Osera o Monterde). ¿Cabe entonces construir una torre en Zaragoza con elementos cons­tructivos, y sobre todo formales, que corresponden a la Edad Media, total­mente obsoletos en el s. XVI.?
• ¿Puede concebirse una "torre del reloje" de nueva planta, sin espacio específico para ubicar la esfera o esferas del reloj, y que por si fuera poco éstas se emplazan tabicando ventanas? La Torre del Reloj de Ateca, en cambio, tiene su esfera presidiendo el cuerpo de ladrillo que fuera levantado en el s. XVI.

Brujas (Flandes, Bélgica). Torre medieval municipal con reloj

USOS DE LA TORRE NUEVA
La finalidad para la que fue cons­truida la torre en el s. XI sería la habi­tual en torres exentas de la época: torre defensiva-conmemorativa. Por ejemplo, la torre de Kirat en Jurasán, también de ladrillo y del s. XI, de planta mixta octogonal y circular, y también muy inclinada, servía tanto para fijar señales luminosas que orientasen a las caravanas de noche como para torre de avisos.
Hasta su derribo, las campanas de la Torre Nueva avisaban los grandes acontecimientos, mientras que durante los Sitios sirvió para vigilar los movimientos franceses. Quizás la causa inmediata de su construc­ción fuera conmemorativa; Agustín Sanmiguel piensa que tras la cele­brada reconquista de Barbastro el año 1065, un año después del sal­vaje saqueo de los cruzados, Ahmad I, que se hizo llamar a partir de entonces Al-Muqtadir bi-llah, man­daría construir la torre, que por sus dimensiones y riqueza formal es todo un símbolo de poder.
Como atalaya serviría para com­pletar la red de torres y fortalezas de la ciudad, desde la zuda oriental (hoy monasterio de la Resurrección) y el alminar de Báb-al-qiblah (la actual torre de la Magdalena) hasta La Aljafería, pasando por la Zuda, aun conservada, y quizás la torre de San Pablo (documentada la existen­cia de una ermita en su solar desde los primeros años de la conquista cristiana).
Estas preguntas sólo tienen res­puesta coherente si se traslada a la Edad Media la fecha de construcción de la Torre Nueva, probablemente en la segunda mitad del s. XI, en un momento de máxima brillantez de la ciudad. Ubicada junto a una laguna, ello pudo provocar una cierta inclina­ción que se haría más acusada dada su altura. Quizás tomó su nombre de la calle Nueva, abierta en el s. XIII para acceder al nuevo mercado de la plaza de Lanuza. Quién sabe si lo que ocurrió 1504 fue un peritaje para determinar su estado real de ruina, las medidas para corregir la ruina, la posibilidad de ubicación del reloj, y el recrecido sustituyendo la linterna por el chapitel. Estas obras conclu­yeron en 1512.


Aspecto original de la torre, según el arquitecto Francisco Íñiguez

EPÍLOGO
En el caso de la Torre Nueva, como en el de otros muchos edificios considera­dos mudéjares, la documentación parcial conservada, o su ausencia, ha servido para que ciertos tratadis­tas les den fechas desatinadas, no habiendo tenido en cuenta ni sus elementos constructivos y formales aparentes, ni el sentido común que debe presidir la catalogación de un edificio de esas características. Las excavaciones arqueológicas que se van a llevar a cabo sobre sus 17 m. de cimientos, no cabe duda que darán luz al respecto. Por otro lado, de ser cierta la cronología islámica de la torre y otros muchos edificios aragoneses, habría que replantear el tratamiento del arte islámico occi­dental, resultando que no sólo La Aljafería es prototipo del arte islá­mico palacial bajomedieval de Occi­dente, sino que los alminares almohades y posteriores tienen su origen en los alminares zagríes de Saraqustah.

2. Saraqustah, con una población de 50.000 habitantes dentro del recinto murado, el mismo del s. XIX, estaba regida por el sul­tán hundí Ahmad I (1046-1081/1082), cons­tructor de La Aljafería. Sumamente dinámica, en Zaragoza se efectuaban las principales transacciones comerciales entre Europa y Oriente, de donde le venía el gran auge eco­nómico.

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