Calatayud. Aragón (foto Agustín Sanmiguel)

Techumbre mudéjar oculta en Alagón

Javier Peña Gonzalvo 13/10/2009
Casualmente, y como consecuencia de un agrietamiento de uno de los arcos fajones he descubierto una techumbre mudéjar oculta tras las bóvedas dieciochescas de la ermita de la Virgen del Castillo de Alagón, Ribera Alta del Ebro.

El agrietamiento se ha producido en el intradós de uno de los arcos fajones, por lo que tras retirar el enlucido se ha constatado que se trata de un recrecido realizado durante la reforma del s. XVIII, y habiendo peligro inmediato de desplome se ha desmontado, apareciendo el intradós de un arco diafragma del edificio medieval. No existiendo falsa desde donde explorar el estado físico de las bóvedas me pareció que podría tratarse de un caso similar al de la cercana parroquia de Torres de Berrellén, en el que tras las bóvedas del s. XVI se oculta una techumbre mudéjar. En este caso, por un pequeño agujero del tejado, he introducido la máquina de fotos que nos ha constatado que era cierta la presunción de su existencia.


Se trata de un edificio de modestas dimensiones y de características similares al de la parroquia de San Juan Bautista de Chiprana, proyectada y construida por Farag Galí en 1429, y cuya restauración dirigí hace 10 años. Es de una sola nave, con arcos diafragma, armadura de parhilera con al menos 2 jácenas en cada paño, apoyadas en modillones de volutas. La madera está tallada pero sin policromar.


De lo que se puede apreciar de las fotos y la decoración del presbiterio (que no fue redecorado en el s. XVIII), se puede concluir que techumbre y presbiterio serían construidos simultaneamente hacia el año 1500, coincidiendo con la construcción del coro y capillas del tramo inmediato de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol.

ETIMOLOGÍA DE AZAGRA (NAVARRA)

Pocos sabemos en Aragón que el país recibía en época andalusí el nombre de Zagr Alandalús (Tagr al-Andalus según la trasliteración del árabe,-Tagr pronunciada como thagr en inglés-), y lógicamente nadie, o muy pocos, fuera de Aragón. Significa la marca (o frontera) de España. Sus habitantes, aun después de ser incorporados a los reinos cristianos por el monarca navarro-aragonés Alfonso I, mantuvieron su carácter diferenciado del resto de andalusíes llamándose a sí mismos zagríes (tagarenos les llama Don Quijote), hasta el punto, que la administración turca, al inscribirlos en el registro de Túnez en 1610, tras la expulsión de Aragón, hacía constar su origen zagrí, diferente del resto de andalusíes o moriscos.

Leo en la voz "Azagra" de la enciclopedia Wikipedia que es el único topónimo de origen árabe en Navarra y que deriva de al sajra la peña. No sé si es el único topónimo árabe de Navarra, pero dudo mucho que provenga de la voz as-sahra. Me hubiese gustado replicar en la misma enciclopedia Wikipedia, pero estoy vetado por sus censores.

Peña o roca tienen dos palabras en árabe para traducirlas: as-sahra y al-hayar. Teniendo el mismo dominio lingüístico la Ribera de Navarra y Aragón, (antes y después de 1118-9), en Aragón as-sahra deriva en el topónimo Azara (Somontano de Barbastro) y de sus diminutivos as-suhayra y suhayra, con y sin artículo, derivan Azuara (Campo de Belchite) y Zuera (Bajo Gállego). De al-hayarayn –las dos peñas- deriva Alfajarín (Zaragoza). De las tres primeras, todas con la raíz árabe shr, ninguna incluye la letra g, como sería el caso de Azagra, por lo que dificilmente podemos pensar que ese sea el origen del topónimo.

En cambio, Azagra, siempre adscrita al distrito de Tutila Tudela, y a su vez al espacio más amplio de Tagr al-Andalus, con capital en Saraqusta Zaragoza, era, valga la redundancia, la frontera de la frontera, y más a partir del año 1045 cuando García III conquista la vecina Calahorra.,

Así pues, pienso que Azagra deriva de at-Tagr (pronunciado en español az-Zagr), o sea La Marca o Frontera, o más ampliamente Aragón, país siempre vinculado a Navarra, de la que se desprendió en 1035, o también el mismo nombre del río cercano a Azagra, el Aragón.

LA ALCAZABA DE CALATAYUD. CRONOLOGÍA




a AGUSTÍN SANMIGUEL MATEO




Juan A. Souto, en “el conjunto fortificado islámico de Calatayud” (Zaragoza, 2005), establece que la fecha de construcción de las qubbas, torreón y lienzos que los unen, de la alcazaba de Calatayud, es la del asentamiento de los Tuyibíes en Calatayud pocos años después de que el emir Muhammad I construyese la portada de san Esteban de la mezquita de Córdoba en el 855-856.
Pero en el centro del lienzo se alzan los restos de un torreón o buryy (1), que hasta ahora nadie había detectado (Souto se refiere a él como un lienzo más separado del resto por "líneas de discontinuidad") cuya ubicación y materiales indican, sin ningún género de dudas, que su construcción es anterior al del resto de la alcazaba. Su aparejo guarda cierta relación con el castillo de Doña Martina, al que posiblemente sirvió como atalaya de apoyo, siendo el siglo VIII la fecha que da Agustín Sanmiguel para este castillo.

Pero Souto y otros autores dan por cierta la construcción de la alcazaba y una parte considerable del Conjunto Fortificado en el año 862C a partir de la noticia de al-°Udrí, que nos habla de la restauración de la ciudad en el 248H. Pero convertir una “restauración” en una ampliación de grandes proporciones, como la conservada, es sacar una conclusión, a mi juicio, muy aventurada.

A la luz del hallazgo del buryy camuflado entre los muros de la alcazaba, parece más razonable pensar que el 248H se restaura este fortín, que posiblemente servía para apoyo de las defensas de la ciudad, que descansaban entonces en el castillo de Doña Martina, situado en el centro de la población. Además, para qué se iba a construir semejante conjunto fortificado en el interior de Alandalús lejos de sus fronteras, ¿para defenderse de quién?.

Entonces, ¿Cuándo pudo construirse la alcazaba y la mayor parte del conjunto fortificado?. No hay dato alguno que avale su construcción en el siglo IX, puesto que:
1. El dato histórico de al-'Udrí sólo habla de restauración de la ciudad, nada de ampliación de las fortificaciones.
2. En el s. IX la frontera de Alandalús está en el Prepirineo y la defensa del interior del país no precisa de grandes complejos fortificados sino de qala', castillos y buryy.
3. Los torreones octogonales, con planta circular interior y cubiertos por cúpulas, no tienen antecedentes en Alandalús y Souto divaga relacionándolas con la mezquita de la Roca en Jerusalén y con iglesias bizantinas, sin más justificación. Además las cúpulas están hechas con un sistema constructivo -sillarejos de aljezones cogidos con yeso- que sólo existía en Persia.

A mi modo de ver, pues, la cronología más lógica sería la de principios del s. XI, cuando Zagr-Alandalús se independiza (en 1018, con Mundir I at-Tuyibí), y Calatayud pasa a ser una ciudad fronteriza con el reino de Toledo, en la ruta caravanera desde el sur de Alandalus hacia Europa a través de Saraqusta. En esas mismas fechas es cuando posiblemente tiene lugar la implantación masiva de la arquitectura zagrí, con la llegada a Aragón de cuadrillas de constructores iranios, dada la extrema similitud de medio natural aragonés con el de su Persia natal. Ellos introducen el empleo del yeso como material conglomerante, en la alcazaba con aljezones, en forma de tapial, y como mortero de agarre en las construcciones de ladrillo. Es una técnica única en Occidente, tanto en la parte cristiana como en la islámica, en donde se emplea en su lugar la cal. Pero los constructores iranios no sólo traen el yeso como material básico, sino que también introducen las plantas octogonales y circulares, los sistemas estructurales de ladrillo aligerados mediante muros paralelos trabados con bóvedas enjarjadas, los sistemas decorativos en ladrillo, en fin, un sistema arquitectónico original, la arquitectura zagrí, que dará origen en el s. XIII a la arquitectura mudéjar. No hay que olvidar que la fortificación andalusí más importante de Aragón, La Aljafería, procede de un modelo persa, el castillo-palacio de Uhaydir (2), cerca de Bagdad y de la capital Sasánida Ctesifonte, y está construida con los mismos materiales que la alcazaba de Calatayud.

Bujara (Uzbekistán). Mausoleo del Samánida 'Ismail (892-907). (foto Rosa Hierro)
Irán, una vez islamizada, no había perdido su potente bagaje cultural hasta el punto de que preservaron su identidad mediante su adscripción al chiismo, para diferenciarse de los árabes suníes, conservando su idioma indoeuropeo. El advenimiento de los Abasíes, que trasladan la capital del califato desde la semitica Damasco hasta la persa Bagdad, sería la clave para la recuperación de la cultura material irania resurgida con los Sasánidas hasta la llegada del Islam. El edificio clave para comprender el renacimiento y afianzamiento de este periodo es el mausoleo del Samánida 'Ismail en Bujara (Uzbekistán); la dinastía Samánida se impone el año 819 en Jurasán, siendo la primer gobierno persa independiente de facto, desde el colapso del imperio Sasánida. Las construcciones siguen los modelos preislámicos, que tenían generalizado el uso de la cúpula y la planta circular. Las cúpulas enjarjadas de sillarejos de yeso se empleaban en el Irán clásico, pero en la época sasánida se empleaban de forma habitual en los čahār-tāq ("cuatro arcos" o templos del fuego zoroástricos), que se apoyaban en cuatro pilastras de planta cuadrangular; las fortificaciones sasánidas también empleaban habitualmente la ventajosa planta circular y octogonal.

Por tanto, parece probable que la alcazaba de Calatayud, con sus torreones octogonales, se construiría al mismo tiempo o poco antes que los alminares octogonales de ladrillo, como la parte inferior de las torres de Santa María y San Andrés en la misma ciudad, San Pablo (cuyo interior también es circular) y el alminar nuevo de la Seo (en el interior del campanario) en Zaragoza, Tauste, Alagón… En esta época el reino de Zaragoza estaba en su apogeo político, económico y demográfico, y en este contexto tiene sentido la construcción de este sistema defensivo, complejo y extenso.

Calatayud. Alcazaba. Cerramiento norte del recinto superior.
NARANJA, Buryy. ss. VIII-IX
AZUL, torreones y lienzos. s. XI
VERDE, contrafuertes


1. El término árabe buryy, del que proceden topónimos como Alborge (Ribera Baja) y Borja (Campo de Borja), significa torre defensiva o fortín.
2. Uhaydir es un imponente castillo construido el año 775, de planta cuadrada, torreones circulares, lienzos aligerados mediante arcos ojivales y el yeso con sillarejos y aljezones como material de construcción. Como en la arquitectura civil mudéjar aragonesa, sus fachadas más importantes están coronadas por "miradores de arquetes".

LOS ZAYDÍES DEL BAJO ARAGÓN

Calaceite/Calaseit. Casa de la Villa/Casa de la Vila



Los zaydíes son adeptos a un movimiento chiíta llamado moderado porque no adoptaba doctrinas heterodoxas sobre las cualidades del imán, pero que dio origen a numerosas sublevaciones armadas en los siglos VIII y IXy a la constitución de dos dinastías independientes en el Tabaristán y en el Yemen. Tienen su origen en Zayd y su hijo Yahyà, descendientes de al-Husayn, segundo hijo de Alí y Fátima, y por tanto nieto de Mahoma. Encabezaron, al final de la época omeya, revueltas chiítas, preconizando la insurrección a mano armada y reservando el título de imán a un descendiente de Alí capaz de distinguirse por sus cualidades guerreras, su ciencia y su piedad.El sur del territorio histórico del Bajo Aragón tuvo que estar poblado por chiítas zaydíes a juzgar por la toponimia y por la denominación –Zaydún- de uno de los distritos de Zaragoza, que según el geógrafo almeriense del s. XI, Ahmad ibn ºumar al-ºudrí es “vecino a Valencia, a Murcia y a Santaver; en este distrito, por la zona de la ciudad de Galwada, nace el río Jiloca, que sigue su curso hasta desembocar en el río Jalón”. El distrito que describe previamente es el de Qasr ºabad “en la ruta de Zaragoza a Tortosa (o sea el norte y centro del Bajo Aragón), mientras que el distrito descrito a continuación es el de Baltax, cuyo río (Baltax o Huerva) riega desde el pueblo de Muwala (Muel) hasta la ciudad de Zaragoza, en una longitud de 20 millas. Así, el distrito de Zaydún debía extenderse por las actuales comarcas de Bajo Aragón/Baix Aragó, Andorra-Sierra de Arcos, Cuencas Mineras y Maestrazgo.Zaydún, plural nominativo de Zayd, significa literalmente zaydíes, por lo que no es difícil imaginar el tipo de Islam que practicaban sus habitantes, el zaydismo, por otro lado muy común en el país originario de los gobernadores Tuyibíes y Hudíes de Aragón/Zagr al-Andalus: el Yemen.Pero la toponimia nos revela que los zaydíes también poblaban los distritos al norte de Zaydún, por que la palabra Zayd aparece en los siguientes pueblos:
Binaced (Cinca Medio), IBN SAGcID, hijo de Zayd
Zaidín/Saidí (Bajo/Baix Cinca), SAGcIDIiN o zaydíes, plural declinado de Zayd
La Zaida (Ribera Baja del Ebro), SAGcIDAth topónimo de Zayd
Vinaceite (Bajo Martín), ibn SAGcID, hijo de Zayd
Calaceite/Calaseit (Matarraña/Matarranya), QALAGcAth SAGcID, la fortaleza de Zayd
Beceite/Beseit (Matarraña/Matarranya), BAYT SAGcID, la casa de Zayd.

LA TORRE NUEVA DE ZARAGOZA


Óleo de Pablo Gonzalvo. H. 1860

LA TORRE NUEVA DE ZARAGOZA
TIPOLOGÍA Y CRONOLOGÍA
(revista Aldaba, Zaragoza 1987)

La Torre Nueva, pese ha haber desaparecido hace ya casi 100 años, es el monumento mudéjar ara­gonés más conocido fuera de Espa­ña, por no decir el único. Su aspecto oriental, sus dimensiones -81,5 m. de altura-, y sobre todo su acusada inclinación -2,5 m. de desplome en la cota 50 m.-, llamaban la atención de los grabadores románticos, que la reprodujeron copiosamente con el pie de "la Torre Inclinada de Zarago­za".
Pero no sólo gustaba a los román­ticos decimonónicos; para los zara­gozanos del s. XIX quizás era el edi­ficio más querido de los que la impla­cable piqueta iba respetando, segu­ramente por ser municipal. Pero antes de su derribo no se tenía con­ciencia de que era una torre mudé­jar. Este término, inventado en el s. XIX de forma romántica a la vez que despectiva, no cuajaría hasta el s. XX.
Sería un arquitecto aragonés, Francisco Íñiguez Almech, quien valoraría en su justo término el arte nacido de los mudéjares aragoneses bajo encargo de sus señores cristia­nos, entre los que se encontraba el rey Pedro IV o el Papa Benedicto XIII. En 1937 publicó un artículo en AEAA, tomo XIII, titulado "Torres mudéjares aragonesas. Notas de sus estructuras primitivas y su evolu­ción". En él, por primera vez, se da a conocer de forma global la existen­cia de un numeroso grupo de torres de ladrillo, derivadas directamente, en su estructura y decoración, del alminar musulmán. Los trabajos más recientes del mudéjar aragonés, a pesar de apoyarse en Íñiguez, intro­duciendo a veces "peoras" en sus razonamientos, hacen escasas refe­rencias al mismo, por lo que ya es hora de valorar en su justa medida la labor de Íñiguez en el estudio y difu­sión del mudéjar aragonés.
La cronología que aporta para la arquitectura mudéjar, con las limita­ciones lógicas de un trabajo inicial, es amplia y abarca desde el período musulmán -la torre de Tauste o el interior de la de La Seo de Zara­goza-, hasta el s. XVI, donde encua­dra torres como la de Mainar o la Torre Nueva. Respecto a esta últi­ma, aporta un magnífico dibujo a lápiz en el estado que él consideró fuera el original, suprimiendo el último cuerpo y el chapitel, sustitui­dos por una linterna. Iñiguez había constatado que la coronación de la torre se había realizado en otra época más tardía que el resto, a juz­gar por la diferencia de materiales y estilos, además de que se corregía la inclinación en su coronación. Des­conociendo que ésta databa de 1512, creyéndola más tardía, fechó el resto de la torre en 1504, apoyán­dose en un documento de 1758.

Plantas. Desarrollo geométrico según Germán Pérez Vicén


LA TORRE NUEVA. TIPOLOGIA FORMAL
De la Torre Nueva se ha escrito mucho, quizás porque como decía Íñiguez, tiene "tales datos históricos y gráfi­cos que le dan valor de existencia". La fama de la torre le venía tanto por su excepcionalidad como por su singularidad. Era excepcional por sus dimensiones -81,5 m. de altura desde el suelo a la punta del chapi­tel, y 17 m. de profundidad de cimientos-, y por su desplome -2,37 m. en la cota 50,30-; el chapitel medía más de 17 m. de altura. Era singular por su tipología de planta mixta: torre exenta de planta estre­llada en sus cuerpos inferiores (aun­que el más bajo fue recrecido con planta octogonal en el s. XVIII), y planta octogonal en los cuerpos superiores. Sólo existe otra torre de planta mixta, la de Gazni (Afganis­tán), y, ésta sólo se conserva a medias, pues fue derribado su cuerpo superior, circular, por estar en ruinas. Aquí es preciso hacer notar las especiales características del arte islámico aragonés de ladrillo'. Salvo La Aljafería y algunas fortificaciones, no existe arte islámico documenta­do, de momento. En este contexto hay que considerar la fecha de cons­trucción de la torre. Tanto la Torre Nueva como otros edificios presumible­mente construidos antes del s. XII, tienen en común su profundo orien­talismo, tanto en las formas como en su estructura y sistemas constructi­vos, cercano al arte iranio de origen sasánida. En la Historia General del Arte, José Pijoan afirma que "la seme­janza de forma de la Torre Inclinada de Zaragoza con las torres mauso­leos de los primeros sultanes selyú­cidas o selyuqíes en Persia es realmente un caso misterioso de cultural supervi­vencia. Las torres sepulcros de Gazna son poligonales y con ángu­los en aristas para esquivar a los espíritus malignos. Estas aristas reaparecen casi idénticas en la parte baja de la torre zaragozana... Es imposible de creer que fuera un caso de coincidencia". En cambio Iñiguez disentía de esta teoría: "dejadas aparte por lejanas e imposibles de influencia las de Persia".
Hoy ya no es aventurado asegurar la directa relación entre la arquitec­tura aragonesa zagrí y la persa sel­yúcida o selyuqí. Sabemos de la diáspora de los arquitectos iraníes con los Ome­yas. Los gobernadores de la Marca Superior, de estirpe oriental, harían venir a alguno de estos arquitectos prestigiosos. También conocemos ahora, que la intelectualidad zarago­zana viajaba asiduamente a Oriente, mucho más que el resto de Al-Anda­lus, lo que indica una relación directa e intensa con Persia.
Las principales coincidencias de la Torre Nueva con la arquitectura del mundo iranio (Irán, Iraq, Afganistán y Uzbe­kistán) son:
• Los alminares en Occidente son cuadrados, derivados directa­mente de¡ de la mezquita de Damas­co. En Oriente son circulares y algu­nos de Aragón son octogonales, o sea cuasicirculares. Los más anti­guos de Aragón, los del castillo de Calatayud, son del s. IX, por lo que hay que desechar la teoría de que derivan del campanario gótico levan­tino.
• La Torre Nueva es la única torre de planta estrellada en Occidente, mientras que son muy numerosas las torres estrelladas selyúcidas de los s. X y XI.
• Iguales o parecidos motivos ornamentales encontramos, frisos de esquinillas, arcos entrecruzados, cruces, rombos, incrustaciones de cerámica vidriada, arcos ojivales o túmidos, etc. Incluso soluciones constructivas tales como las bóve­das falsas (o de aproximación de hiladas) o las claves de los arcos oji­vales desaparejadas, fruto de cons­truir el arco sin cimbrar.
1. Erróneamente, salvo lo señalado para Iñiguez, se ha venido considerando como mudéjar toda la obra medieval de ladrillo, sin tener en cuenta que una parte importante de los edificios no documentados son islámicos reutilizados por los cristianos. Quizás se pueda bautizar esta arquitectura, procedente de la mudéjar, como zagrí, nombre que se daban a sí mismos los aragoneses de religión musulmana. Para mas información al res­pecto vease "La Cultura Islámica en Aragón", DPZ 1986.

CRONOLOGIA
Hasta la fecha se había supuesto que la torre era de 1504 por un docu­mento de 1758, por otro lado lleno de errores. No se conserva para constatarlo el registro de actos comunes de ese año. Se conserva en cambio documentación del 24 de abril de 1512 que dice: "como salida por remediar el peligro que la torre del reloje de la ciudat havya, por la mucha necessidat que del remedio havia para la conservación della" (se llevaban gastados 2.000 sueldos jaqueses) "e por quanto por del todo segurar la dicha torre havia necessi­dat bax azerse unas coronas, que cierto parecía bien y seria obra muy buena y segura" (esto se hacía por 1.000 sueldos más). El 31 de diciem­bre se conminaba a Gabriel Gombao a que terminase el chapitel que rea­lizaba a destajo. La documentación conservada hace referencia exclu­siva a las obras del chapitel y a las de refuerzo de su parte inferior, en estado de ruina. Cabe entonces hacerse las siguientes preguntas:
• ¿Pudo construirse la torre en poco más de un año, dadas sus dimensiones? Como ejemplo docu­mentado, la torre de Radkan, de ladrillo, 10 m. de base y 20 de altura, se comenzó el año 407/1016 y se terminó 4 años después.
• ¿Puede construirse una torre de 81 m. de altura que amenace ruina 7 años después?
• Si es que se inclinó durante su construcción, ¿no se hubiesen dete­nido las obras, rehaciéndola desde sus cimientos, o cambiando de emplazamiento si el subsuelo no aseguraba una correcta cimenta­ción?
• Si el chapitel y cuerpo superior fue construido en 1512, de color y tipología diferentes que los del resto de la torre ¿es posible que estos fue­sen construidos sólo 7 años antes?
• Si la construcción de torres exentas de planta estrellada obe­dece al movimiento cultural selyúci­da, ¿cabe la construcción de la Torre Nueva con una tipología fuera de contexto temporal y cultural?
• Zaragoza, capital del sultanato homónimo y de Aragón, siempre ha estado a la vanguardia artística. La obra documentada de la torre, ade­más, está en onda con la arquitec­tura aragonesa contemporánea (ar­cos doblados de medio punto como los de los miradores de la arquitec­tura civil y chapitel como los de Báguena, Osera o Monterde). ¿Cabe entonces construir una torre en Zaragoza con elementos cons­tructivos, y sobre todo formales, que corresponden a la Edad Media, total­mente obsoletos en el s. XVI.?
• ¿Puede concebirse una "torre del reloje" de nueva planta, sin espacio específico para ubicar la esfera o esferas del reloj, y que por si fuera poco éstas se emplazan tabicando ventanas? La Torre del Reloj de Ateca, en cambio, tiene su esfera presidiendo el cuerpo de ladrillo que fuera levantado en el s. XVI.

Brujas (Flandes, Bélgica). Torre medieval municipal con reloj

USOS DE LA TORRE NUEVA
La finalidad para la que fue cons­truida la torre en el s. XI sería la habi­tual en torres exentas de la época: torre defensiva-conmemorativa. Por ejemplo, la torre de Kirat en Jurasán, también de ladrillo y del s. XI, de planta mixta octogonal y circular, y también muy inclinada, servía tanto para fijar señales luminosas que orientasen a las caravanas de noche como para torre de avisos.
Hasta su derribo, las campanas de la Torre Nueva avisaban los grandes acontecimientos, mientras que durante los Sitios sirvió para vigilar los movimientos franceses. Quizás la causa inmediata de su construc­ción fuera conmemorativa; Agustín Sanmiguel piensa que tras la cele­brada reconquista de Barbastro el año 1065, un año después del sal­vaje saqueo de los cruzados, Ahmad I, que se hizo llamar a partir de entonces Al-Muqtadir bi-llah, man­daría construir la torre, que por sus dimensiones y riqueza formal es todo un símbolo de poder.
Como atalaya serviría para com­pletar la red de torres y fortalezas de la ciudad, desde la zuda oriental (hoy monasterio de la Resurrección) y el alminar de Báb-al-qiblah (la actual torre de la Magdalena) hasta La Aljafería, pasando por la Zuda, aun conservada, y quizás la torre de San Pablo (documentada la existen­cia de una ermita en su solar desde los primeros años de la conquista cristiana).
Estas preguntas sólo tienen res­puesta coherente si se traslada a la Edad Media la fecha de construcción de la Torre Nueva, probablemente en la segunda mitad del s. XI, en un momento de máxima brillantez de la ciudad. Ubicada junto a una laguna, ello pudo provocar una cierta inclina­ción que se haría más acusada dada su altura. Quizás tomó su nombre de la calle Nueva, abierta en el s. XIII para acceder al nuevo mercado de la plaza de Lanuza. Quién sabe si lo que ocurrió 1504 fue un peritaje para determinar su estado real de ruina, las medidas para corregir la ruina, la posibilidad de ubicación del reloj, y el recrecido sustituyendo la linterna por el chapitel. Estas obras conclu­yeron en 1512.


Aspecto original de la torre, según el arquitecto Francisco Íñiguez

EPÍLOGO
En el caso de la Torre Nueva, como en el de otros muchos edificios considera­dos mudéjares, la documentación parcial conservada, o su ausencia, ha servido para que ciertos tratadis­tas les den fechas desatinadas, no habiendo tenido en cuenta ni sus elementos constructivos y formales aparentes, ni el sentido común que debe presidir la catalogación de un edificio de esas características. Las excavaciones arqueológicas que se van a llevar a cabo sobre sus 17 m. de cimientos, no cabe duda que darán luz al respecto. Por otro lado, de ser cierta la cronología islámica de la torre y otros muchos edificios aragoneses, habría que replantear el tratamiento del arte islámico occi­dental, resultando que no sólo La Aljafería es prototipo del arte islá­mico palacial bajomedieval de Occi­dente, sino que los alminares almohades y posteriores tienen su origen en los alminares zagríes de Saraqustah.

2. Saraqustah, con una población de 50.000 habitantes dentro del recinto murado, el mismo del s. XIX, estaba regida por el sul­tán hundí Ahmad I (1046-1081/1082), cons­tructor de La Aljafería. Sumamente dinámica, en Zaragoza se efectuaban las principales transacciones comerciales entre Europa y Oriente, de donde le venía el gran auge eco­nómico.

ARTE ISLÁMICO EN ARAGÓN: LA ARQUITECTURA ZAGRÍ

JAVIER PEÑA GONZALVO
JOSÉ M. PINILLA GONZALVO
(De un trabajo de investigación presentado en 1986 a los premios King Fahd awards)

Zuera. Arco de la Mora












ÍNDICE
1.- ZAGR ALANDALÚS / ARAGÓN ANDALUSÍ
1.1. Encuadre histórico
1.2. Arquitectura Islámica documentada en Zagr Alandalús
2.- EL ARTE MUDEJAR
2.1 Arquitectura Mudéjar Aragonesa/Estado de la cuestión
2.2 Análisis crítico
2.3 Conclusión
3.- LA ARQUITECTURA ZAGRI
3.1.1 La Arquitectura Islámica de Alandalús
3.1.2 La Arquitectura Islámica de la Marca Superior/Reino de Saraqusta
3.2 La Arquitectura Oriental de ladrillo hasta el siglo XII
3.2.1 Los antecedentes de la Aljafería: Uhaydir y Sámarrá, Irán, Afganistán Turquestán, Siria e Irak
3.3. Alminares, Mezquitas y otros edificios zagríes
3.3.1. Los Alminares
3.3.2 Las Mezquitas
3.3.3 Otros edificios
3.4. La Arquitectura Mudéjar: Evolución de la Arquitectura Zagrí
3.4.1 Elementos decorativos de la Arquitectura Mudéjar
3.5. Distribución Regional
3.5.1 Zaragoza
3.5.2 El distrito de Zaragoza / ºamal de Saraqusta
3.5.3 El distrito de Calatayud/ ºamal de Qaºalat-Ayyub
3.5.4 Otros distritos de Aragón
4.- CONCLUSIÓN




1 ZAGR ALANDALÚS / ARAGÓN ANDALUSÍ

1.1. ENCUADRE HISTÓRICO
Zagr Alandalús o la Marca Superior de Al-Andalus, es el territorio situado en el valle del Ebro, organizado en torno a la ciudad de Zaragoza (Saraqusta), dotado de cierta autonomía administrativa entre los años 714, año en el que fue ocupado por el ejército islámico, y 1018, en el que Mundir I se independizó del poder de Córdoba dando origen al Reino de Saraqusta, la taifa más importante de todas las que se originaron tras la fitna y la consiguiente desmembración del califato Omeya.
En 1118, Saraqusta fue conquistada por el rey cristiano de Aragón, Alfonso I el Batallador, y la mayor parte de su población, la urbana, emigró al incipiente reino de Granada, así como al Magreb, especialmente a la región de Tozer (Tawzar), a donde exportó su singular arquitectura de ladrillo y yeso. Una gran parte de la población rural, especialmente en torno al valle central del Ebro y sus afluentes meridionales, permaneció manteniendo sus costumbres y religión, favorecidos por las disposiciones de la monarquía y la nobleza aragonesas; esta minoría religiosa es la que se conoce actualmente como mudéjares. En 1610, Felipe II (III en Castilla), en contra de los intereses aragoneses los expulsó, emigrando al norte del Magreb, fundamentalmente a Orán, Argel y Túnez y al sur de ésta, en el valle del Mayarda, en torno a la ciudad de Tastur; ese territorio, que había sido ocupado recientemente por los turcos, recibió la cultura de los moros aragoneses, que aún se consideraban diferentes que el resto de los andalusíes, denominándose a sí mismos como zagríes (tagarenos los llama Cervantes en el Quijote).
Zagr Alandalús, situada en el eje de transición entre oriente y occidente, desarrolló una economía eminentemente comercial, y en Saraqusta, su capital, que alcanzó una población de 50.000 habitantes hacia el año 1100, se estableció a lo largo del siglo XI la corte más brillante de todo Alandalús, sultanes de origen yemení, los Tuyibíes al principio y los Hudíes hasta la conquista de la ciudad por los almorávides, unos años antes de la conquista cristiana. El comercio del ámbar con los países nórdicos se canalizaba a través de Zaragoza, a juzgar por el hallazgo de tesorillos de moneda saraqustí en Escandinavia. Comerciantes saraqustíes, especialmente judíos, poseían grandes almacenes para mercancías de todo tipo. Estas llegaban por cami­nos protegidos o por vía fluvial, al ser el Ebro navegable en aquella época. Este intenso comercio generó grandes riquezas que se emplearon en buena parte para proteger la cultura —sabios de todo el mundo islámico acudían a Zaragoza atraídos por la liberalidad de sus gobernantes—, para edificar fastuosos edificios, y para pagar tributos a sus belico­sos vecinos cristianos, comprando así la paz del país.
La herencia más importante de este periodo, al menos la más visible, fue su arquitectura. En primer lugar la palaciega, representada por el palacio real de La Aljafería, la más conocida, o mejor dicho, la única reconocida hasta ahora; en segundo lugar, la arquitectura religiosa, que denominaremos arquitectura zagrí, confundida entre la extensa arquitectura mudéjar.

1.2.- ARQUITECTURA ISLAMICA DOCUMENTADA EN ZAGR ALANDALÚS
Zaragoza tiene la suerte de poseer un monumento clave del arte islámico, La Aljafería, una de las escasas fortalezas, junto con el ribat de Susa (Túnez), emplazada en terreno llano, en todo el occidente islámico. Tiene su origen en una fortificación del s. IX, aunque su recinto exterior pudo ser cons­truido por ºAbd-ar-rahmän An-Nasir en el s. X, y su interior acondicionado en le s. XI por el sultán saraqustí Ahmad I.
A juzgar por su emplazamiento sobre el extremo de una terraza que domina el Ebro, y por el aspecto de los torreones y lienzos de murallas el edificio debió tener una función eminentenente militar durante los siglos IX y X, compartida con la palacial en el XI. Era un amplio recinto de 87 x 78 m, cuadrangular, con torreones ultrasemicirculares a excepción de la Torre del Trovador, cuya parte inferior parece ser el resto más antiguo. Esta tipología castrense tiene sus precedentes en Oriente Próximo, con un paralelismo sorprendente, en planta y alzados, con Uhaydir, Iraq. Los torreones eran de alabastro, a imitación de la muralla romana, mientras que los lienzos eran de mampostería, tapial o aparejo concertado, con basamento de alabastro.
En el s. XI Abú Yafar Ahmad Al-Muqtadir bi-llah, en pleno esplen­dor cultural de la corte saraqustí, modificó el interior para construir un alcazar digno del brillo de su taifa. Basado en la habitual disposi­ción musulmana de patios y pabellones anexos, la parte representativa se articulaba en torno al hoy llamado patio de Santa Isabel. Se conservan los pórticos norte y sur, éste copia del original conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, y dos salas y la mezquita de la zona norte. Probablemente la zona Este estaría ocupada por la guarnición militar, mientras que la oeste lo es­taría por el harén o zona privada del alcázar.
Los materiales de construcción son muy variados, estando ausente la piedra de sillería lo que la aleja de la arquitectura cordobesa. En La Aljafería se desarrollan esquemas ornamentales originales como el arco mixtilíneo, y otros orientales como las pinturas murales de la mezquita e incluso otros de origen sasánida corno la decoración vegetal en yeso. Todo ello está presidido por una extraordinaria complejidad decorativa. Muchos de estos elementos, en especial los formales, aparecen también en la arqui­tectura zagrí, y después en la mudéjar aragonesa.

1.2.- ARQUITECTURA ISLAMICA DOCUMENTADA
Zaragoza tiene la suerte de poseer un monumento clave del arte islámico, La Aljafería, única fortaleza emplazada en terreno llano de todo el occidente musulmán. Fue construida, probablemente, en el siglo X por Abderramán III, y modificada interiormente en el siglo XI por Ahmad I Al-Muqtadir, si bien tiene su origen en una fortificación del s. IX.
Se trata de un caso claro del arte andalusí, acusando la fuerte influencia oriental de la corte tuyibí. Aquí tiene su origen el arco mixtilíneo, que aparecerá posteriormente en el Magreb. La Aljafería está construida con tapial, mampostería y ladrillo, igual que la arquitectura zagrí que más adelante se expondrá, lo que la aleja mucho de la arquitectura cordobesa, construida en piedra sillar.
Los arcos mixtilíneos y otros elementos ornamentales, aparecerán en la arquitectura zagrí y después en la mudéjar aragonesa.
El resto de la arquitectura islámica documentada se refiere prin­cipalmente a recintos fortificados, destacando los de Calatayud, Baraca, Albarracín, Huesca, Rueda de Jalón, Alquezar, Alagón, Ayerbe, etc. Quedan res­tos arqueológicos en Maleján, Huesca, Baraca y Zaragoza. Existen muchos más, pero muy diseminados y a falta de ser estudiados y sistematizados.

2.- EL ARTE MUDEJAR
Se conoce por Arte Mudéjar, al que se desarrolló, fundamentalmen­te a lo largo de la Baja Edad Media, en algunos territorios de los rei­nos cristianos peninsulares. Esta denominación tiene su origen en el siglo XIX, cuando algunos eruditos acuñan el término para definir el arte de origen islámico realizado bajo dominio político cristiano. Moros o mu­déjares se denominaban en la Edad Media, a los individuos pertenecientes a la minoría musulmana.
Se distinguen en España varios focos de Arte Mudéjar:
· El foco de Castilla-León, muy asimilado al Arte Románico, aun­que construido en ladrillo.
· El foco de Toledo, nacido a partir de una evolución del arte califal de las tierras toledanas.
· El foco de Andalucía, que recrea el arte islámico existente antes de la conquista cristiana.
· El foco de Aragón, el más rico y evolucionado, recoge todo el esplendor del arte taifal saraqustí y las innovaciones que introducen, tanto los almohades corno los cristianos. Es la evolución del Arte Islámico del Norte de Alandalús, una vez que entra en contacto con la sociedad cristiana y su cultura.

2.1.- ARQUITECTURA MUDEJAR ARAGONESA. ESTADO DE LA CUESTION
En los primeros estudios sobre Arte Mudéjar aragonés apenas se le diferenciaba del resto del Arte Mudéjar español. En 1937 el ar­quitecto Francisco Iñiguez Almech publica sus primeras investigaciones sobre las torres mudéjares aragonesas; por vez primera, las sistematiza desde su concepción estructural, relacio­nándolas con los alminares hispano-musulmanes. Apunta la posibilidad de que las torres de Santa María de Tauste y San Pablo de Zaragoza sean andalusíes y no mudéjares. Estudia también de forma monográfica algunas de las igle­sias más características, como la de Santa Tecla de Cervera de la Cañada (Comundad de Calatayud) construída en 1416 por el alarife Mahoma Ramí, abriendo de esta forma el camino a posteriores estudios del tema.
Tras una publicación de José Galiay en los años 50, hablando de forma monográfica del Arte Mudéjar aragonés, en los años 80 Gon­zalo Borrás Gualis, profesor de la Universidad de Zaragoza, ha desarro­llado la obra de Galiay, lntentando sistematizar la arquitectura mudéjar aragonesa. Borrás divulga y fija de forma definitiva el mudéjar como un estilo artístico, con características pro­pias y netamente diferenciado del arte cristiano contemporáneo, ya fue­se gótico o renacentista. Considera, junto con Torres Balbás, que el Arte Mudéjar aragonés tiene sus orígenes en el siglo XIII, tras un periodo en el que supuestamente sólo se construirían edificios románicos, como una manifestación del nuevo poder cristiano.






Alagón (Ribera Alta del Ebro). Ventanal del ábside (destabicado en 2006) que, datable en el s.XIII, explica perfectamente la aparición de la arquitectura mudéjar: las técnicas estructurales, constructivas y decorativas se heredan del periodo andalusí-zagrí (en este caso del alminar del edificio) mientras que la planta y los ventanales, extraños en la mezquita precedente, son totalmente cristianos, en este caso cistercienses





Salvo escasos edificios parcial­mente documentados, como algún campanario de Daroca y Teruel, todos los edificios del primer periodo mudéjar (siglo XIII y comienzos del XIV) están adscritos al mismo de forma arbitraria, dándose además una variedad estructural y formal, de la que carecen las edificaciones posteriores. A partir del siglo XIV se comienza a tener más documentación, lo que permite fechar un gran número de edificios. Es entonces cuando se inicia el primer gran florecimiento del Arte Mudéjar. Se consolidan tipologías de iglesias de una o tres naves, iglesias fortaleza y torres con estructura y decoración supuestamente basadas en el arte almohade.
A lo largo de los siglos XV y XVI, se desarrolla y consolida, extendiéndose por gran parte del reino de Aragón y zonas limítrofes (Navarra y Rioja), especialmente en su versión de arquitectura civil, siendo lo más singular de ésta la composición de un fachada coronada por un “mirador de arquetes” (1)

(1) Brassel C, Cervera M.J., Corral, J.L., García C., Peña I, y Pinilla J.M., La cultura islámica en Aragón, Zagaroza, 1986, Pag. 95 y ss.

2.2 ANALISIS CRÍTICO DEL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA MUDÉJAR

a) Ausencia de arquitectura románica
La primera razón implícitamente aducida para explicar la ausencia de arquitectura islámica es que toda ella es destruida tras la conquis­ta para ser sustituida por nuevos edificios de estilo románico. Pero, de forma inexplicable, se dice que estos edificios románicos o del gótico inicial, son también destruidos para ser sustituidos en los siglos XIV-XV por otros mudéjares. Así, Torres Balbás argumenta que hubo escasos ejemplos de edificios románicos, por el uso de las mezquitas, por la destrucción causada por la Guerra de los Pedros, y por la modestia de tales construcciones, “sustituidos por otros más suntuosos al mejorar la economía de la región”. En cambio el Viejo Aragón, no someti­do anteriormente al poder musulmán, posee un gran número de edificios románicos que sí se han mantenido hasta la actualidad. Pero esta situación también se da en la parte aragonesa al norte del Ebro, conquistada a los musulmanes a finales del s. XI, Ello da lugar a pensar que los edificios que supuestamente sustituyeron a los islámicos, nunca fueron construidos. En caso contrario, lo lógico sería que se hubiesen conser­vado como en el Alto Aragón, máxime, considerando que serían de piedra de sillería, más duradera que el ladrillo.
Por otra parte, los escasos ejemplos de arquitectura románica conservada dentro del reino de Saraqusta, corresponde a casos que tie­nen justificación. Daroca, pequeña ciudad andalusí, situada a 80 km al sur de Zaragoza, aumenta considera­blemente su población al pasar a ser ciudad fronteriza tras la conquis­ta, por lo que sus nuevos barrios deben proveerse de nuevos templos ro­mánicos. Zaragoza, la ciudad más importante del reino, sólo posee dos templos románicos, parece ser que la pequeña iglesia de San Jaime, derribada en-el si­glo XIX, y los ábsides de la catedral, consa­grada en lo que fue mezquita-aljama y edificados 70 años después de su consagración. ¿Tiene explicación lógica que se derribasen todas las mezquitas de Zaragoza para edificar en sus solares templos románicos, cuando ni tan siquiera había posibilidad económica de edificar una nueva catedral? Cabe pensar más bien, que se conservaron las mezquitas, limitándose, tras un largo periodo, a edificar tan sólo el ábside, imprescindible, por otra parte, para las nuevas necesidades del culto cristiano.

b) Mantenimiento de edificios, total o parcialmente, para nuevos usos
Los especialistas en arte no suelen tener en consideración una in­variante de la arquitectura, como es el mantenimiento total o parcial de edificios para nuevos usos. En general, los edificios islámicos son de simple concepción espacial, y por lo tanto adaptables fácilmente a usos diferentes de los originales. En concreto, los alminares se pudieron adaptar con facilidad a la nueva utilización como campanarios.
Aragón, inmerso en una profunda crisis demográfica y económica tras la conquista, forzosamente hubo de aprovechar los anteriores edificios en buen estado.

Calatayud. En primer término las torres de ladrillo y yeso de Santa María y San Andrés, alminares (s. XI) sus cuerpos inferiores, mudéjares (s. XV) los superiores y barrocos (s. XVII) los chapiteles. Al fondo la alcazaba o castillo Mayor, de tapial de yeso, construida en 862 por el emir de Alandalús Muhammad I



c) La arquitectura del Aragón Islámico
La Marca Superior de Alandalús en los siglos IX y X, y la taifa de Zaragoza en el XI, con el alto nivel económico y demográfico expli­cado en el capítulo anterior, tuvo que tener un elevado número de edi­ficios de uso público, especialmente en Zaragoza. No tiene explicación que a diferencia de Andalucía, no se hayan conservado más que unos po­cos -aunque sean de la categoría de La Aljafería- y algunas fortificaciones.
Aragón, que con gran tolerancia permitió la permanencia de una amplia minoría musulmana con su anterior estatus, y cuyos reyes propi­ciaron la conservación y ampliación del palacio de. La Aljafería para su propio uso, difícilmente pudo derribar el resto de edificaciones islámicas en buen estado. Su estética, además, era tan apreciada o más que la occidental, como lo demuestra el hecho del desarrollo de la arquitectura mudéjar durante los siglos XIII-XV tan semejante a la islámica que ha llevado a ser confundida con ésta.

d) La incógnita de la aparición de la arquitectura mudéjar
Según se ha creído y explicado hasta la fecha, el arte mudéjar aparece de forma súbita y con gran ímpetu 150 años después de la desa­parición del arte musulmán, con unas tipologías muy elaboradas y refi­nadas. Todo ello, de la mano de una minoría religiosa sometida y desco­nectada del resto del mundo islámico.
Este razonamiento está falto de base porque obvia la existencia de precedentes, Al respecto, Borrás es tajante al afirmar que a excepción de La Aljafería, “El resto, que con su presencia monumental condicionaría el proceso de génesis y formación del arte mudéjar, ha desaparecido, que los artistas mudéjares han de conocer y copiar. Cabe pensar que la arquitectura mudéjar más antigua, no englobada tipológicamente con la más tardía conocida a través de documentación, sea, pre­cisamente, la arquitectura islámica que se había conservado.

e) Falta de estudios arquitéctónicos y constructivos en edificios no documentados
Cuando la falta de documentos impide fechar con certeza ciertos edificios, es preciso acudir a análisis de otra índole que ayuden a precisar su origen. En Zaragoza, el muro exterior de La Parroquieta de La Seo, presenta las ventanas, fechadas en el siglo XIV, rompiendo la composición estrictamente geométrica de la fachada. Esto nos obliga a datarla con bastante anteriori­dad. Se sabe que la mezquita se va derribando conforme se modifica su interior, luego este muro ha de ser musulmán. Véase de nuevo el Anexo I. Lo mismo ocurre con la cúpula interior, atribuida al siglo XIV por la heráldica del Arzobispo Fernández de Luna sobrepuesta. Es como si atribuyésemos el patio de los Leones de la Alhambra de Granada a los Reyes Católicos, por la heráldica de ellos que hay añadida.
La torre de San Gil, también en Zaragoza, considerada del siglo XIV, está emplazada fuera del lugar que le correspondería en esa época, es decir, a los pies del hastial. La disparidad formal y estructural de su parte inferior con el resto, obliga a su datación islámica. Lo mismo ocurre con la torre de Santa María de Ateca, desplazada con respecto a la planta de la iglesia y con una decoración atípica.
Iñiguez en su artículo de 1937 sobre torres mudéjares aragonesas dice que “las (torres) de Tauste y La Seo han podido ser alminares en sus primeros cuerpos, pues en su fecha parecen demasiado remota…”.
El número de ejemplos puede seguir ampliándose, pero de momento, sólo se pretende mostrar que el análisis arquitectónico y/o estructural, puede conducir a nuevas interpretaciones más fundadas que las puramen­te arbitrarias o las mal interpretadas por datar el todo por una de las partes documentadas del edificio.

2.3. - CONCLUSION
La arquitectura mudéjar aragonesa es de una acusada personalidad. Tiene su nacimiento hacia 1350, y se prolonga incluso más allá de la expulsión de los moriscos en 1610, especialmente en lo referente a ar­quitectura civil.
Su origen, no explicado satisfactoriamente hasta el presente, se sitúa como una evolución de la arquitectura almohade, ignorando otros precedentes locales distintos de La Aljafería. Los aragoneses Gascón de Gotor, Aznar, Galiay y Borrás citan como único precedente local La Aljafería, mientras que El arquitecto Íñiguez, en cambio, no sólo piensa que el precedente del mudéjar es el arte islámico del Valle del Ebro sino que fecha en el período musulmán las torres de Tauste y La Seo de Zaragoza. Lo lógico es pensar que el mudéjar se desarrollase a par­tir de una arquitectura de ladrillo de época islámica.
Se ha tenido que esperar a los años 70 para situar el fenómeno mudéjar como un estilo con personalidad propia y entidad diferenciada. Esta tardanza tiene su explicación en prejuicios y desconocimiento de los historiadores españoles con respecto al arte hispano—musulmán. Pre­juicios que estaban en consonancia con las ideologías historiográficas dominantes, consagradoras de conceptos como unidad patria -en contrapo­sición con la pluralidad nacional española- y unidad religiosa, conse­guida traumáticamente con la expulsión de judíos y moriscos.
Superados todos estos lastres para el reconocimiento de un arte mudéjar aragonés siguen permaneciendo, sin embargo, en cuanto a la ex­plicación de sus orígenes y a la existencia de un arte musulmán arago­nés. Nosotros lo denominaremos Zagrí, es decir, arte musulmán de la Mar­ca Superior de Al-’Andalus/Taifa de Saraqusta.
3.- La Arquitectura Zagrí
3.1.1 La arquitectura islámica de al-Andalus

“En cuanto a los orígenes de la arquitectura hispano-musulmana y su decoración -dice Geoffrey King (2) -mucho se tomó de la tradición visigoda anterior, pero también muchos de los motivos adoptados pueden haber surgido en Siria, de donde vinieron los Omeyas y sus partidarios. Junto con las formas arquitectónicas comunes a todo el mundo musulmán, España también heredó el repertorio artístico general del mundo medi­terráneo pre-islámico.”
John D. Hoag (3) coincide con esta opinión cuando dice: “la arqui­tectura del Califato de Córdoba parece ser sobre todo una continuación de la Siria Omeya... En el siglo X fueron adoptadas ciertas ideas pro­bablemente orientales, como la bóveda nervada y la decoración en estuco… y con uso de formas decorativas romanas. Puede ser que éste interés por el arte antiguo procediese de los cordiales y frecuentes contactos con Bizancio’.
La arquitectura islámica española no ha sido estudiada en profun­didad salvo en lo referente a los grandes monumentos de Córdoba y Gra­nada, y más parcialmente a monumentos de Sevilla y Toledo. Este arte cordobés, que ha dado en llamarse califal, tiene unas características formales, basadas en las de la mezquita aljama de Córdoba, y se localiza especialmente en el área andaluza y esporádicamente en otros terri­torios de la península. Este periodo se distingue por el uso sistemáti­co de la piedra de sillería, finamente trabajada con aparejo califal, y por el empleo mayoritario del arco de herradura o del lobulado.

(1) Historia de Aragón III. Molina, Luis y Avila Mª Luisa, págs. 97 y ss. Guara Editorial S.A. Zaragoza 1986.
(2) La Arquitectura del mundo islánico. George Michell. Alianza Editorial SA. Madrid 1985.
(3) Arquitectura islámica. John O. Hoag. Electra Editrice. Milano 1973.


El arte islámico nazarí/nasrí de Granada está sin embargo, muy alejado del califal. La tardía incorporación de Granada al Reino de Cas­tilla en 1492, y la intervención en ello del rey Fernando II de Aragón (1) que protegió la conservación de todos los edificios musulmanes de Gra­nada mediante su transformación para nuevos usos, ha permitido que su observación actual nos desvele las grandes diferencias del arte musul­mán entre unas regiones y otras de Al-’Andalus.
Granada, que hasta el siglo XI fue una pequeña ciudad sin impor­tancia, se desarrolla a partir del siglo XII, precisamente coincidiendo con la conquista del reino de Zaragoza por Alfonso I de Aragón. Con es­te monarca tiene lugar un proceso Importante de emigración/inmigración entre Granada y Zaragoza. En 1119, tras la conquista de Zaragoza, emigran numerosos zagríes a ciudades del este y sur, entre ellas Granada, ciudad en plena expansión. En 1125, en cambio, Alfonso I organiza una expedición al rei­no nazarí y consigue traerse a Aragón 10.000 familias de mozárabes gra­nadinos con objeto de repoblar el desierto territorio de Zaragoza. La llegada de los zagríes a Granada tuvo que ser determinante en la evolu­ción de la arquitectura de la ciudad. Hasta entonces, sus monumentos eran de arte califal (piedra de sillería y arcos de herradura en las puertas de las murallas del siglo X), mientras que a partir del siglo XII, con la llegada de los zaragozanos, se abandona el arco de herradura y co­mienza el uso sistemático del ladrillo. Todos los alminares conservados hoy en Granada -convertidos en campanarios- son de ladrillo salvo el de San Juan, del siglo X, califal y de piedra.
La arquitectura del norte de Al-’Andalus, en el Valle del Ebro, tuvo que ser totalmente diferente a la del Sur, en el Guadalquivir, como ya lo fue bajo Roma. Las características del Valle del Ebro obligaban al uso del ladrillo como principal material de construcción, motivando una respuesta artística diferente. La llegada de arquitectos selyucidas iraníes, procedentes de una región con una tradición milenaria en el uso del ladrillo, explicaría la estrecha relación formal, estructural y constructiva de la arquitectura aragonesa con la persa (2).
(1) Fernando II de Aragón fue un gran amante del arte musulmán, como sedemuestra por su intervención en la ampliación de su palacio real La Aljafería y en otros monumentos de fundación real, siempre ejecutados por arquitectos mudéjares aragoneses.
(2) José Pijoan, en Su Historia General del Arte, ya reparaba en las semejanzas entre ambas.

3.1.2.- LA ARQUITECTURA ISLAMICA DE LA MARCA SUPERIOR/REINO DE SARAQUSTA
Cuando se habla de arquitectura islámica aragonesa se tiende a identificarla con el único gran monumento documentado y conservado: La Aljafería. Los demás restos, como los recintos fortificados de Calatayud, Albarracín, Daroca o Rueda; ventanas y puertas en Huesca, Zaragoza son de pequeña entidad, o bien su condición de forta­lezas, impiden la elaboración de conclusiones acerca de las características del arte musulmán en Aragón.
No obstante, con todos ellos, se pueden extraer algunas de sus diferencias con el arte califal. En primer lugar, la ausencia de piedra de sillería, siendo sustituida por la mampostería, el tapial o el ladrillo. Esto se refiere exclusivamente al área en donde posteriormente se desarrolló la arquitectura mudéjar religiosa, no así al ámbito geográfico de Huesca, Barbastro, Alcañiz o Albarracín, donde restos como el alminar mayor de Barbastro hacen suponer una arquitectura islámica en piedra. En segundo lugar, escasez de arcos de herradura; en la Aljafería sólo se encuentran en el mihrab y en el acceso a la mezquita, señalando, precisamente, la dependencia de Córdoba en el orden espiritual; el res­to de las arquerías presentan nuevas formas, alejadas del arte califal.
El extremado orientalismo de La Aljafería no ha pasado desaperci­bido a los especialistas en arte musulmán. John O. Hoag afirma que debido a que las dinastías reinantes en Zaragoza -Tuyibíes y Hudíes- eran de pura estirpe Arabe, “el arte de Córdoba, reforzado con nuevos elementos orientales, se conservó y tuvo un nuevo desarrollo en Zaragoza”.
Pero las fortalezas conservadas, debido a su carácter militar, y La Aljafería, edificio singular levantado primero como fortaleza de Zaragoza y después como Palacio Real, no pueden servir como definidores de la arquitectura zagrí, precisamente por su singularidad. ¿Cómo eran los alminares y las mezquitas, las casas de los nobles y comerciantes los edificios públicos como alhóndigas y hospitales?.
Los abundantes edificios comunes mudéjares conservados, de los siglos XIV y XV, debieron seguir forzosamente las directrices marcadas por la arquitectura zagrí, supuestamente desaparecida.
Obligados por la necesidad de emplear el ladrillo como material de construcción y decoración, los arquitectos zagríes debieron buscar soluciones dentro de las fuentes del mundo islámico. Las hallaron felizmente en Oriente, en el ámbito iraní, facilitado el hecho por el carác­ter comercial de Zaragoza, el origen Oriental de sus gobernantes, y la identidad del medio físico y tradiciones contructivas de ambas regiones musulmanas.




Bujara. Uzbekistán. Decoración del alminar de Po-i-Kalyan (foto, Rosa Hierro)



3.2.- LA ARQUITECTURA ORIENTAL DE LADRILLO HASTA EL SIGLO XII
Existen dos hechos que caracterizan la arquitectura islámica ara­gonesa. El primero es la gran tradición constructiva en ladrillo, desde Roma y los pueblos pre-romanos, hasta el siglo XX, en Zaragoza, en 1983, dominan de tal forma las construcciones de ladrillo, que quizá puedan estimarse éstas en un 90% del total. El segundo hecho, apreciado por todos los investigadores de arte islámico, es el profundo orientalismo de sus edi­ficios. Veamos, pues, como son los edificios de ladrillo orientales, contemporáneos de los zagríes.





Gazni. Afganistán. Alminar de planta estrellada como la Torre Nueva de Zaragoza



3.2.1.- LOS ANTECEDENTES DE LA ALJAFERIA: UHAYDIR Y SAMARRA
El palacio de Uhaydir, abasí, es de planta cuadrada, con esbeltos torreones ultrasemicirculares y paños de muralla aligerados con arque­rías ojivales.
La ciudad de Sámárra, también abasí, posee varios edificios amu­rallados, y la ciudad misma, semejantes a Uhaydir. Conserva fachadas coronadas por arquerías que recuerdan al clásico mirador de arquetes de la arquitectura mudéjar civil aragonesa. La Gran Mezquita conserva pa­ños decorativos, como será común en la arquitectura zagrí.
Un elemento constructivo muy común en la arquitectura islámica aragonesa, la bóveda enjarjada (o de aproximación de hiladas), tiene su origen en la arquitectura mesopotámica pre-islámica.
Así pues, en Uhaydir y Samarra encontramos elementos formales y constructivos que aparecerán en la arquitectura zagrí, diferenciándola de la del resto de Al-’Andalus:
· El ladrillo como elemento constructivo y decorativo.
· La bóveda enjarjada como elemento estructural.
· Los arcos ojivales, con claves desaparejadas
· Los paneles decorativos en paramentos exteriores.
· Arquerías ciegas como elemento formal.
· Construcción de arcos sin cimbrar










Isfahan. Irán.. Mezquita selyuquí del Viernes



3.2.2.- IRÁN, AFGANISTÁN Y TURQUESTÁN: EL IMPERIO SELYUQUÍ
Las tumbas del samánida Ismaºil en Bujara (Uzbekistán) y ºArab Ata en el valle de Zeravsan (Tachikistán) fechadas hacia 943 y 977 pueden considerarse como antecedentes próximos de la arquitectura zagrí, con­sagrándose en ellas las características más comunes de la arquitectura zagrí:
· El ladrillo profusamente usado como elemento constructivo y formal en frisos de esquinillas, lacerías, etc..
· El ladrillo aplantillado usado tanto en elementos verticales, columnas y arquivoltas, como en horizontales, cornisas, pisos, jambas, etc..
· Portadas compuestas por dos o más planos, el exterior adintelado -el alfiz- y el interior o interiores, con arcos ojivales. Motivos heráldicos pueden aparecer en las albánegas.
· Mirador de arquetes en la parte superior de la portada.
Los alminares de Gurgán (1006/7) en Irán y Gazni en Afganistán, recuerdan a los aragoneses en su concepción de construcción desprovista de decoración en su parte inferior el primero, y en la profusión de ta­bleros decorativos el segundo. Además éste, por su planta estrellada, recuerda a la desaparecida Torre Nueva de Zaragoza. (1)
Los alminares de Kirat (siglo XI) en Jurasán, Suweh (1110) en Irán y Kalyán (1127) en Bujara, sorprenden por el extremado paralelismo en sus motivos ornamentales con los alminares zagríes.

3.2.3.- SIRIA E IRAQ
La arquitectura de Siria e Iraq hasta el siglo XII, evolución de la abbasí, sigue empleando en algunas de sus regiones el ladrillo y los tableros decorativos como en los vecinos territorios iraníes. Sirven de ejemplo la tumba de Imán Dúr en Sámárra y el alminar de Nur-ad-Din en Mosul.
Otro elemento iraquí -que luego se exporta a Irán- relacionado con lo zagrí, es el uso de cerámica vidriada en exteriores. Junto con los tableros decorativos de ladrillo, es el principal recurso ornamental de las torres aragonesas, produciendo la vibración y luminosidad características de la arquitectura islámica de Aragón.

3.3.- ALMINARES, MEZQUITAS Y OTROS EDIFICIOS ZAGRIES



El ladrillo es el elemento que define la arquitectura zagrí: es el principal material de construcción y recurso ornamental. La arqui­tectura islámica en Aragón se adapta a la tradición constructiva ante­rior a los romanos, obligada por la falta de otros materiales, como la piedra. Además del ladrillo se usó con cierta profusión el tapial y la mampostería, respondiendo también a tradiciones pre-romanas (1). Se ade­cuaba con ello la arquitectura a los materiales disponibles y al vigor del clima aragonés.
Los edificios y tipologías estudiados a continuación, correspon­den a comarcas del centro y oeste de Aragón, donde se usa el ladrillo como material constructivo. Quedan para posteriores Investigaciones otros edificios del sur de Aragón, así como la arquitectura zagrí de piedra, no documentada, que se pueda conservar en los distritos de Huesca, Barbitaniyyah y As-Sahla.
De los edificios zagríes estudiados, son los alminares el grupo más numeroso, mejor conservado y de más fácil identificación. Ello es debido a que la función de alminar es perfectamente adaptable a la de torre-campanario. Su belleza plástica sería otro factor importante para su conservación en época cristiana.
Las mezquitas, probablemente fueron en su mayoría conservadas y consagradas al culto cristiano. Posteriormente se ampliarían con un pres­biterio, transformándolas en edificio direccional. Muchas de ellas fue­ron derribadas entre los siglos XV y XVII, pero otras han subsistido convertidas en casas y conventos.
1. La ciudad celtíbera de Kontebakum Bel (s. l antes de C.). en Botorrita a 20 Km de Zaragoza, conserva edificios públicos de adobas

Zaragoza. San Pablo

3.3.1.- LOS ALMINARES



Materiales
Los alminares, muy numerosos, han sido considerados hasta ahora como torres mudéjares, sin datación, adscribiéndolos a tipologías atípicas, y no pudiendo justificar su emplazamiento anormal con respecto al templo que acompañan, ni el arcaísmo de su decoración.
Generalmente son de ladrillo, pero existen varios casos cuyo cuer­po inferior es de tapial, como Belmonte, Maluenda, Villalba o Cervera, en el distrito de Calatayud, y San Mateo de Gállego, cerca de Zaragoza. Todos éstos están ubicados dentro del sistema fortificado de estas loca­lidades, lo que indica que el alminar de ladrillo se construye sobre una torre defensiva de tapial, preexistente.
Otras veces, como en la Magdalena y La Seo de Zaragoza, y la Magdalena de Tarazona, el ladrillo se asienta sobre un zócalo de piedra de sillería.
Sin embargo, lo más usual es que la torre sea de ladrillo desde el suelo hasta su coronación, con aparejo de ladrillo a soga y tizón alternativamente, aunque en el distrito de Calatayud es fácil encontrar hiladas a soga alternando con otras a tizón.

Planta y estructura
La planta más extendida es la cuadrada, aunque también se da la planta octogonal y más ocasionalmente la planta mixta, cuadrada en su parte inferior y octogonal la superior.
El cuerpo inferior es ciego, y la estructura generalmente en dos torres concéntricas, entre las que se desarrolla la escalera. La torre interior se reduce a un simple machón si el alminar es pequeño; en cam­bio se abren en ella estancias cuando el alminar es de mayores dimen­siones. En el cuerpo superior desaparece la torre Interior, dando lugar a una sola abierta al exterior por el balcón, serie de ventanas forma­das por arcos entrecruzados, desde donde el almuédano llamaba a oración.
Muchas torres disponen de un segundo cuerpo con aberturas al exterior. Una linterna permitía el acceso a la terraza que cubría la torre, con­servándose en raras ocasiones.
Existe una variante en la disposición de la torre interior, cuan­do ésta descansa sobre la bóveda en lugar de apoyarse sobre el suelo, permitiendo la apertura de una sala en el cuerpo bajo comunicada con el templo. Su orientación hacía La Meca, permite suponer que estas salas fuesen los mihrabs de sus respectivas mezquitas. Entre estas to­rres se encuentran las de San Andrés de Calatayud, Albalate del Arzobis­po y Utebo.
Otro grupo de alminares no dispone de la torre Interior, quedando el espacio del cuerpo inferior subdividido en varios pisos, accesibles entre sí por escaleras de mano. La entrada a la torre se realiza por una cota elevada, lo que hace suponer que se tratase de torres defensivas, usadas también como alminares en lugares habitados. Ejemplo de este gru­po son las torres de Longares, Encinacorba y Romanos, Villarreal de Huerva.
Las bóvedas Interiores de los alminares suelen ser de cañón apuntando, mientras que las de escaleras y estancias en planta baja son, generalmente, de aproximación de hiladas, o a veces pequeñas bóvedas de cañón apuntando.
La mayor parte de las veces los alminares son exentos, a juzgar por su actual disposición en planta que no guarda relación con el resto del edificio construido junto a él en fechas posteriores. La decoración en todos sus lados hasta lo más inferior de su base, corrobora su ori­gen exento. La excepción lógica a este carácter exento se da en los al- minares-mihrabs.

Tauste (Cinco Villas). Torre de Santa María


Decoración
Todas las torres, salvo las de tapial, llevan tableros decorativos, que pueden abarcar o no toco un cuerpo ciego, dispuestos consecutivamente y separados entre si por frisos de esquinillas. Esta dispo­sición es cono la de los alminares de Gazni, Buhara, Kirat y Saweh.
El repertorio ornamental es muy variado, tienen en coman con los alminares de Oriente la decoración a base de rombos -resaltados o re­hundidos-, cruces rehundidas, sucesiones de estrellas de ocho puntas y frisos de esquinillas.
La decoración con tableros en espina de pez y zig-zag es muy ca­racterística de la arquitectura zagrí y rara en la mudéjar. Estos moti­vos ornamentales proceden del Yemen, y quizá su presencia en Aragón se explique por el origen yemení de Tuyibíes y Hudíes.
Otros paneles presentan merlones tabicados, o también frisos de ladrillo en diente de sierra con columnillas vidriadas intercaladas. Son usuales también los arcos mixtilíneos -procedentes de La Aljafería- que se entrecruzan formando un segundo piso de complicada lacería.
De la misma manera que la espina de pez, otro elemento peculiar de lo zagrí que es inusual en lo mudéjar, es la arquería ciega de arcos entrecruzados -generalmente de medio punto- también inspirados en La Aljafería. Los fondos de arquerías y rombos iban lucidos de yeso, aunque en muchas ocasiones se ha desprendido el revestimiento quedando el ladrillo desnudo.
Junto con las lacerías, la cerámica es fundamental en el sistema ornamental de los alminares. Intercalados en todas las fachadas, inclu­so en las de tapial, aparecen platos de cerámica vidriada de color verde y melado, estrellas blancas y verdes, azulejos blancos, morados o ver­des, columnillas, tiras de flechas etc, incluso azulejos tricolores como en La Parroquieta de La Seo de Zaragoza.
El sistema ornamental resulta de una plástica vibrante, donde la luz juega un papel importantísimo, resaltando los reflejos de las cerá­micas y los juegos de luces y sombras.




Villalba de Perejil (Comunidad de Calatayud). Fábrica de tapial de yeso con tres arcos de herradura. S.X





3.3.2.- LAS MEZOUITAS
Las mezquitas conservadas corresponden a edificios muy trans­formados y que posiblemente no tuvieron una gran riqueza decorativa, por lo que ésta no ha llegado hasta nosotros. Su existencia se puede detec­tar a través de las plantas de las actuales iglesias, salvo en el caso de los restos de la mezquita-aljama de Zaragoza, que son excepcionales al tratarse de un edificio anexo a la propia mezquita.
El proceso de conservación/destrucción de las mezquitas pudo ser el siguiente: En primer lugar la mezquita se consagra al culto cristiano sin otras transformaciones que la sustitución de símbolos musulmanes por otros cristianos. Serian generalmente de planta de salón con tres naves y tres cuerpos. En una segunda fase entre los siglos XIII y XIV, se les añade a muchas de ellas un presbiterio con uno o tres ábsides, transformando así la planta salón en longitudinal. En otros edificios se da una tercera fase al derribarse parte de la mezquita -aunque conservando sus muros exteriores- para ser sustitui­da por una construcción mudéjar o renacentista.





Zuera. Ábsides románicos adosados a la mezquita zagrí.





Caso aparte lo constituyen las mezquitas que se usaron hasta 1610 por la minoría musulmana, aunque muchas de ellas fueron ya construidas bajo dominio cristiano, corno las de Torrellas y Tórtoles, fechadas en los siglos XIV y XV. Estas mezquitas, casi siempre de tapial, fueron transformadas en los siglos XVII y XVIII mediante ornamentación barroca y a veces se recreció su fábrica primitiva para dotarlas de una altura más acorde con la concepción cristiana del templo. A través de signos aparentes, como la orientación al SE, su relación con el campanario, su escasa altura, planta cuadrada, cubierta de madera, etc., pueden identificarse como mezquitas transformadas en iglesias, las de Zuera, S. Gil de Zaragoza, Santa Cruz de Moncayo, Luceni, Miedes, Villarroya de la Sierra, S. Andrés y Santa María de Calatayud, La Vilueña, Villadoz y Gelsa, entre otras.



Zaragoza. Santa Engracia. Restos de la iglesia mozárabe de las Santas Masas. s. XI

3.3.3.- OTROS EDIFICIOS
Más difícil de reconocer son los edificios no religiosos musulma­nes reutilizados por los cristianos, ya que los nuevos usos los han en­mascarado totalmente siendo casi imposible el seguimiento de su evolución. No obstante, son reconocibles restos en palacios y fortalezas medievales por su emplazamiento, por noticias documentales o por restos accidentales como columnas, capiteles u otros elementos.
Sirva de ejemplo el Monasterio de la Resurrección de Zaragoza, con­vento de monjas emplazado desde el siglo XIII en lo que fue Zuda Orien­tal, y que fue construido apoyándose en las murallas romanas de la ciu­dad. La actual sala capitular del monasterio -de planta cuadrada, con bóveda de crucería simple y una de sus paredes en la muralla- conserva en sus cuatro rincones sendas columnas cuyos capiteles califales, lle­van inscripciones en árabe. No es difícil suponer que la sala fuese de origen musulmán y se adaptase en el siglo XIII al uso monacal.


Zaragoza. S. Gil. La torre de esta iglesia explica de manera muy gráfica como se pasa de una edificación zagrí, el antiguo alminar con paños decorativos con cerámica vidriada, a un campanario mudéjar, decorado con paños de sebka, y como es habitual sin cerámica vidriada. La proporción del alminar (de altura suficiente para una mezquita de barrio pero insuficiente para una iglesia cuyas bóvedas son más altas que la torre), y su emplazamiento inadecuado con respecto a la iglesia, en el centro de su fachada norte, que obliga a que los cuerpos altos (éstos ya cristianos) deban volar sobre el ándito, lo que hubiese sido innecesario si la torre, de haber sido en su totalidad cristiana se ubiese ubicado a los pies de la nave y fuera de ésta





3.4.- LA ARQUITECTURA MUDEJAR: EVOLUCIÓN DE LA ARQUITECTURA ZAGRÍ
El nacimiento de la arquitectura mudéjar aragonesa tiene lugar tí­midamente a mediados del siglo XIII, y de forma más intensa en el XIV, tras un periodo de escasa actividad edilicia, generalmente en estilo románico o cisterciense. En algunos casos se trata de la terminación de edificios románicos o cistercienses inconclusos (Daroca). Otras veces se trata de modificaciones o ampliaciones de anteriores edificios musul­manes (La Seo, San Gil y La Resurrección de Zaragoza, Santa María de Ma­luenda o Santa Tecla de Cervera de la Cañada). Más común es el caso de edificios de nueva planta iniciados en el siglo XIV y terminados a veces varios siglos después (iglesias-fortaleza de Tobed, Torralba o Azuara; iglesias de tapial o ladrillo de San Miguel o San Pablo de Zaragoza, Quin­to, Tauste, Tarazona, etc.).
En el análisis de las torres, puede resultar muy dificultosa la distinción entre un alminar zagrí y un campanario mudéjar, sobre todo cuando son mudéjares arcaicos o alminares con transformaciones en el si­glo XVI. En este último caso están la torre de Utebo o la Torre Nueva de Zaragoza (demolida en 1892), que sufren profundas reformas documen­tadas en ese siglo, de manera que se las ha llegado a considerar como obras de nueva planta del siglo XVI.
El uso de arcos ojivales en lo zagrí y lo mudéjar, y el uso de arcos túmidos en lo mudéjar, conduce a confusión en algunos casos, como San Pablo de Zaragoza, Sta. María de Calatayud, o algunas torres de Teruel, que por el momento no podrán ser adscritas a un periodo determinado.





Aniñón (Comunidad de Calatayud). Nuestra Señora del Castillo. La torre es el antiguo alminar del s. XI; el actual hastial es el antiguo lateral mudéjar del s. XIV; la actual iglesia con mirador del s. XVI. La capilla de la derecha del s. XVII



3.4.1.- ELEMENTOS DECORATIVOS DE LA ARQUITECTURA MUDÉJAR
como se han descrito una serie de elementos decorativos del arte Zagrí, que aparecen escasamente en la arquitectura mudéjar -arcos entrecruzados, zig-zag, espinas de pez, incrustación de platos, etc.- existen otros elementos tomados de corrientes artísticas posteriores al siglo XII, que permiten identificar la arquitectura Mudéjar:
De la arquitectura almohade se toma la decoración a base de paños de sebka, común en las torres mudéjares y en los ábsides.
En edificios perfectamente documentados en su construcción, como la iglesia de Quinto, las iglesias-fortaleza, etc. (siglos XIV y XV), se conoce la composición de la torre a base de cuerpos separados por cornisas, el cuerpo de campanas está englobado en el conjunto sin distinción volumétrica y sus huecos están decorados con lazos. El remate de la torre es un chapitel de ladrillo que sustituye a la antigua linterna zagrí. Por otro lado la torre está unida es­tructural y espacialmente al resto de la iglesia, a diferencia de los alminares que solían ir exentos.
Las torres del siglo XVI, incorporan ventanas de doble rosca, similares a las de los miradores de arquetes de la arquitectura civil contemporánea. Se incrustan los mismos azulejos que en los arrimaderos de iglesias y palacios, totalmente diferentes a los arcaicos de estrellas, platos y puntas de flecha. Las cornisas em­pleadas para separar los diferentes cuerpos, introducen el ladri­llo aplantillado de la misma manera que en la arquitectura civil.

3.5.- DISTRIBUCION REGIONAL
Lo que en este trabajo se denomina arquitectura zagrí, es decir, arquitectura de ladrillo (o ladrillo y tapial) que se desarrolla en la Marca Superior, presumiblemente en los siglos X y XI, no alcanza la totalidad de este territorio andalusí, ya que los distritos de Huesca y Barbitaniyya al carecer de tradición constructiva en ladrillo, siguen desarrollando durante estos siglos una arquitectura andalusí convencional, generalmente en piedra, como lo demuestran los restos aún conservados. Son de señalar a la torre de la Seo de Barbastro, separada del templo, y de planta hexagonal. De piedra y con estructura de doble torre, se trata del antiguo alminar de la mezquita aljama, incendiado en 1366 y reformado en 1610-1626. También son sospechosos de ser antiguos alminares, numerosas torres de piedra de planta mixta cuadrada-octogonal, de pueblecitos de La Hoya de Huesca, poblados por moriscos hasta el s. XVII.
En cambio Zaragoza y su amplio distrito, así como los de Tudela -en su parte aragonesa- área de Tarazona y Borja, Calatayud y Daroca, po­seen una abundante muestra de arquitectura zagrí (y consiguientemente mudéjar).

3.5.1.- ZARAGOZA
El distrito de Zaragoza era con mucho el más extenso de la Marca Superior, abarcando la parte central de actual provincia de Zaragoza y gran parte de la de Teruel, salvo el Suroeste de ésta, en torno a Albarracín.
Zaragoza cuenta con pocos restos medievales, por la feroz activi­dad demoledora que tuvieron sus ciudadanos en los siglos XIX y XX. Pese a ello, se han mantenido en pie algunos monumentos excepcionales de la arquitectura zagrí, además de La Aljafería y los baños árabes de la comunidad judía.





Zaragoza. La Seo. Cerramiento SO (parte inferior de los muros hasta el alero bajo), probablemente procedente de la mezquita aljama del s. XI




LA SEO DEL SALVADOR / MEQUITA ALJAMA

Conquistada la ciudad en 1118, Alfonso I permitió el uso de la mezquita-aljama a los musulmanes durante un año, transcurrido el cual fue consagrada al culto cristiano bajo la dedicación del Salvador, pasan­do a ser templo metropolitano o catedral (Seo en aragonés).
A fines del siglo XII se añaden tres ábsides románicos, orienta­dos al Norte, aún conservados. En el siglo XIV, se efectuaron importan­tes obras de reparación, seguramente el levantamiento de tres naves ali­neadas con los ábsides, y entre los siglos XV y XVI se am­plió considerablemente (quizá alcanzando los antiguos muros del períme­tro de la mezquita), adoptando la planta salón que existe en la actua­lidad.
El alminar de la mezquita, de planta octogonal, se conservó en su estado original hasta que a fines del siglo XVII, Giambattista Contini lo reformó, envolviéndolo con nueva piel y tomando el actual as­pecto de torre barroca, pero conservando la estructura originaria de alminar musulmán.
Pero aparte de los posibles restos en muros exteriores y de la estructura de la torre, los restos musulmanes más importantes son los co­rrespondientes a la actual Parroquieta, al norte del templo. La Parroquieta, destinada a sepultura del arzobispo Don Lope Fer­nández de Luna, y dedicada a San Miguel Arcángel, se ha considerado has­ta la fecha como obra mudéjar en base a documentación citando que entre 1374 y 1381, el arzobispo “labra” la capilla (1) y manda traer a dos azulejeros sevillanos para la cerámica, dos pintores para decorar el interior y un escultor catalán, Pere Moragues, para labrar el sepulcro.
La obra, sin embargo, no es del siglo XIV, sino anterior, es de­cir musulmana, porque, en primer lugar, la documentación conservada del siglo XIV sólo se refiere a obras de acabado y no de construcción del grueso de la fábrica; y sobre todo, el análisis de sus restos indica que el arzobispo intervino modificando un edificio pre-existente.
El interior actual es de una sola nave con dos tramos en los pies y un presbiterio, unidos en época moderna, aunque originalmente eran dos salas independientes. Las cuatro ventanas exteriores, son sin duda mu­déjares por los escudos de sus jambas (Luna), pero su perfecta situa­ción con respecto al interior no se da en el exterior, rompiendo la composición de la pared y de la tracería donde se ubican.
Una vez observado que las ventanas abiertas por el arzobispo Luna rompen la fábrica preexistente, hay que justificar la intervención de los dos azulejeros sevillanos, prescindiendo de los buenos artífices aragoneses. La decoración básica del muro son las clásicas estrellas blan­cas y verdes, puntas de flecha, platos, etc., además de azulejos rómbi­cos cubriendo fondos de laceria y los merlones, material extraño en la época mudéjar. Fernández de Luna al abrir las nuevas ventanas precisaba una decoración similar a la de las lacerías, y al no haber en Aragón maes­tros que las fabricasen, contrató a los azulejeros sevillanos cuya obra era más próxima a la antigua azulejería zagrí. La labor de los sevilla­nos, a pesar de su parecido a lo zagrí, se distingue con claridad por el menor tamaño de los rombos, su colorido más variado y su localización en las zonas de nueva intervención (ventanas y reposición de faltas exis­tentes). En la parte inferior del muro, junto a platos y estrellas, apa­recen rombos con el escudo del arzobispo, posiblemente sustituyendo a azulejos antiguos con textos árabes musulmanes. La decoración en la par­te superior con espigas y almenas (aunque tabicadas), corroboran la datación zagrí de todo el muro.
El interior viene a confirmar el origen de la capilla, al estar el presbiterio cubierto por una soberbia cúpula de mocárabes, en madera dorada, con abundantes textos en árabe de difícil lectura, haciendo re­ferencia a Dios. Aparecen también los escudos del arzobispo y ángeles en las ménsulas, pero fueron superpuestos en la reforma del siglo XIV.
En la última restauración, se descubrieron unas ventanas ojivales abiertas hacia el interior del templo, lo que indica que la capilla se iluminaba desde el sahn de la mezquita, desde donde se accedía a esta edificación.
Bajo el presbiterio existe una cripta de piedra sillar, cuya bó­veda se ha perdido. El acceso a la misma es por un pasillo abierto entre dos muros paralelos -como la estructura de los alminares- cubierto por bóvedas de aproximación de hiladas que aparecen rotas en un tramo, para albergar mediante un arco rebajado de piedra la tumba del arzobispo.
Todos estos detalles vienen a corroborar la intervención de Fernández de Luna sobre una edificación existente.








Zaragoza. Parroquieta. El arco mixtilíneo de la derecha se sobredecora en el s. XIV con azulejos sevillanos y las armas del arzobispo Fernández de Luna






La Parroquieta sería en época musulmana una edificación aneja a la mezquita, abierta al sahn. Debido a su estructura y a su utilización cristiana como capilla mortuoria, cabe pensar que sería edificada por algún rey de la taifa zaragozana para albergar su sepultura, como era costumbre entre algunos príncipes musulmanes. La similitud de la bóveda de mocárabes, con la que se supone que cubría el oratorio de la Aljafe­ría, desaparecida en el siglo XV, induce a pensar que fuese mandada a construir por Ahmad I Al-Muqtadir.





Zaragoza. S. Gil. La parte inferior de la torre hasta la cornisa situada sobre las arquería de la iglesia mudéjar corresponde al alminar del s. XI. En el s. XIV, al construirse la iglesia mudéjar la torre resulta más baja que la propia iglesia, por lo que se recrece, salvando el ándito norte mediante una bóveda, pasando de la planta cuadrada antigua a otra rectangular, totalmente singular. La parte zagrí tiene cerámica vidriada enriqueciendo los paños decorativos, a diferencia de la parte mudéjar que es sólo de ladrillo, aunque probablemente tuviese los fondos enlucidos, hoy perdidos




PARROQUIA DE SAN GIL


La mezquita de Abü Yalid es citada poco después de la conquista, emplazada en el barrio de Sinhaya, por lo que se puede identificar con la actual parroquia de San Gil. La estructura de la iglesia mudéjar conservada, de tipo fortaleza, modificada en el siglo XVIII, refleja en el campanario importantes ano­malías: está emplazado fuera de los pies del templo y tiene un cambio de estructura en el segundo cuerpo, donde pasa de planta cuadrada con machón central, a otra rectangular de doble dimensión en planta que el cuerpo inferior.
Estas anomalías estructurales, junto con la decoración zagrí a base de zig-zag, almenas e incrustación de platos del cuerpo inferior, conducen a su datación en época musulmana temprana, quizá el siglo X. El muro anexo al alminar, oculto por las casas, podría pertenecer tam­bién a la mezquita.
(Nota: posteriormente hemos sabido que el arrabal de Sinhaya estaba extramuros de la puerta homónima, parcialmente excavado en 2003 bajo el paseo de la Independencia; la mezquita de Abu Yalid sería una de las mezquitas de la Morería y por tanto no se puede identificar con la iglesia de San Gil).





Zaragoza. Torre de la Magdalena. s.XI. Situada junto a la puerta de al-Qibla, pudo erigirse en honor de los santos tabíes enterrados en el cementerio de bab al-Qibla




PARROQUIA DE LA MAGDALENA (¿mezquita de Bab-al-qibla?)
La Magdalena se encuentra junto a la Puerta de Valencia, la anti­gua Bab-al-Qibla musulmana, en cuyo exterior estaban enterrados los dos tabí Hanas as-Sanaºani y ºAli al-Lahmi, es decir, personas que conocieron al profeta Mahoma, el primero de los cuales fundó la mezquita-aljama de Zaragoza. La de más antigua construcción de todo el Al-Andalus.
Según A. Canellas, en 1147 (1) ya existía la torre de la Magdalena, por lo que esta torre documentalmente no es cristiana, siendo por tanto un alminar musulmán.
Francisco Iñiguez la restauró en los años 70, suprimiendo un cuerpo neoclásico y sustituyéndolo por un remate semejante al de las torres de Teruel. Se puede considerar que es uno de los alminares más bellos de los construidos por los Hudíes.
Tras unos sencillos paneles decorativos, se abre un tramo de ven­tanas de doble rosca con columnas de capiteles taifales, enmarcado con un alfíz. Sobré ellas aparece un amplio tramo ciego, profusamente deco­rado con elementos (azulejos, estrellas, platos, rombos, columnas...), semejantes a los de la Parroquieta. El cuerpo alto, en su parte Inferior -que es la que no fue recreada por Iñiguez— se abre al exterior por dos huecos en cada lado, con parteluz y capitel taifal, arcos túmidos y alfiz con azulejos. El resto de la torre recreado por Iñiguez es muy respetuoso con el posible aspecto que pudo tener en época taifal, y se remata con almenas y linterna. Las torres de Teruel, en las que salvo en San Pedro, abundan elementos cristianos, se inspirarían en la Magdalena de Zaragoza. Quizás la cercanía de las tumbas de los tabí, explique la riqueza y dimensiones de este alminar, ya que era un lugar muy venerado por los saraqusties.

OTROS MONUMENTOS ZAGRÍES EN ZARAGOZA
El Monasterio de la Resurrección o del Santo Sepulcro, se creó en 1276 ocupando la Zuda Oriental, y está edificado sobre las murallas ro­manas. Su sala capitular reformada en el siglo XIV por Fray Martín de Alpartir, es de planta cuadrada, bóveda de crucería sencilla y en sus cuatro extremos hay sendas columnas con capiteles califales e inscripciones en árabe lo que induce a catalogarla como resto de la antigua Zuda musulmana.
Se ha citado anteriormente como de difícil datación la torre de la iglesia de San Pablo, emplazada extramuros de la medina musulmana, entre la puerta de Toledo y la Aljafería. En caso de que fuese zagrí, tendría una finalidad defensiva, relacionando el castillo de La Aljafería con la Zuda (junto a la puerta de Toledo), y con la Torre Nueva (en el centro de la medina).
(1) Historia de Zaragoza. I. Zaragoza Medieval (1162-1479) pag. 208. Canelles López, Angel. Ayuntamiento de Zaragoza. Zaragoza, 1976




Zaragoza. Torre Nueva







La Torre Nueva, lamentablemente, derribada en 1892, por estar inclinada, a pesar de que la documentación existente aclara que en 1512 amenazaba ruina, de forma insólita se la fecha en el siglo XVI. ¿Cómo es posible construir en el siglo XVI una torre que al principio de esa centuria ya amenazaba ruina? Más bien cabe pensar que durante ése tiempo se efectuó en ella una profunda restauración colocando el reloj, rematándola con un airoso chapitel y tomando a partir de entonces la denominación de Nueva. Todos sus motivos decorativos -arquerías ciegas, rombos, lazos, cruces, etc.- y sus ventanas de triple rosca con arcos túmidos hacen que sea im­posible datarla en el siglo XVI, siendo sin embargo perfectamente catalogable en la arquitectura zagrí, con una estrecha relación con las to­rres iraníes, especialmente por su planta, con el Gunbad-i-Qábús de Gurgan. ¿Sería como ésta, un monumento funerario?. Lo que sí pudo ser, considerando su enorme altura, es una torre vigía.

3.5.2.- EL DISTRITO DE ZARAGOZA / ºAMAL DE SARAQUSTAH

Alagón (Ribera Alta del Ebro). La iglesia mudéjar abraza la torre preexistente. El ábside es del s. XIII, mientras que la nave es del XIV, y el coro del XV. El alminar es del s. XI





ALAGON (25Km de Zaragoza)
La cita Hayyan por haber pasado por ella ºAbd-ar-rahman III An­Nasir cuando pacificó Zaragoza. Su alminar, exento hasta el siglo XVI, tiene todos los motivos ornamentales de la arquitectura zagrí, y las ventanas de su cuerpo alto servirían de modelo a la arquitectura mudéjar de los siglos XIII al XV. Por otro lado tienen su antecedente en el alminar de Qalá de Banü Hammad (Argelia), del siglo XI.

UTEBO (12 Km de Zaragoza)
La torre de Utebo es una de las más bellas de Aragón, y es habitualmente considerada del siglo XVI, en razón de unas obras que hizo en ella Alfonso de Leznes en 1544, y a pesar de tener constancia de su existencia en 1514. La intervención fue importante ya que abrió ventanas de doble rosca en su parte central, rellenó con mosaicos los fondos de las lacerías y le dio un nuevo remate. Los mosaicos del XVI no guardan relación con la fábrica, y los motivos ornamentales de la misma, almenas, etc., son catalogables dentro de lo musulmán. Los huecos que tuvo que practicar Alfonso de Leznes para instalar las campanas, indican que se trataba de la reforma de un alminar anterior. Finalmente, existe en la planta baja una cámara cubierta con bóveda de aproximación de hiladas, muy semejante a las de Calatayud y Albalate.

TAUSTE (41 Km. de Zaragoza)
La torre de Tauste es la que posee datos más antiguos de su existencia, ya que se sabe que Alfonso I, el rey que conquistó Tauste a los musulmanes, cedió primicias y diezmos para atender “a la terminación de las obras de la torre e iglesia, campanas y vestiduras”. De planta octogonal, igual que las de La Seo de Zaragoza y Alagón, se ha retrasado su datación al s. XIV aduciendo su relación con los campanarios levantinos, ignorando la existencia de torres octogonales en la Marca Superior desde el s. IX, en el recinto fortificado de Calatayud.

LONGARES (33 Km. de Zaragoza).
Este alminar, el más singular de la Marca Superior, tiene su ori­gen en la protección y defensa del camino entre Zaragoza y Daroca, desde donde se bifurcaba a Toledo y Valencia. Entre Longares y Zaragoza existían los castillos de Maria (Al-mariyyah), Cadrete y Cuarte, y entre Longares y Daroca sólo se conservan las torres de Encinacorba, Romanos y Villareal.
El alminar de Longares no tiene machón central y sus plantas están separadas por fuertes bóvedas de cañón apuntando. Se modificó en época moderna para tabicar su balcón y abrir huecos para campanas. Su decoración posee los elementos más puros de lo zagrí, es decir frisos con puntas de flecha y platos en el fondo de la cadena de estrellas que enmarca los huecos del balcón.

ENCINACORBA (48Km de Zaragoza)
Su iglesia, de los siglos XV-XVI, está construida aprovechando edificaciones anteriores, que a su vez formaban parte del sistema defen­sivo de la población. En la portada aparecen almenas zagríes tabicadas en el siglo XV, y la torre con la misma disposición interior que la de Longares Junto con ésta, son de los escasos alminares que conservan linterna.

VILLARREAL DE HUERVA (70 Km. de Zaragoza)
La torre de la iglesia, situada entre las de Encinacorba y Romanos, tiene escasa decoración, igual que la de Encinacorba y fue recrecida en el s. XVIII mediante un cuerpo de campanas, también de ladrillo

ROMANOS (70 Km. de Zaragoza)
Es la cuarta torre defensiva conservada, en la ruta alternativa que por Cutanda se dirigía a Teruel y Valencia sin pasar por Daroca. El interior tiene bóvedas de cañón para separar sus plantas, mientras que el exterior, a diferencia de Longares y Encinacorba, está totalmen­te decorado. Los motivos ornamentales son los tradicionales zagríes, pero el balcón se aparta de los modelos convencionales, preludiando los cuerpos de campanas mudéjares de los siglos XIV y XV. El matacán exte­rior confirma su carácter defensivo. Los cuerpos inferiores, los de más segura datación islámica, tienen una sobria decoración a base de zig-zag y frisos de esquinillas, así como un arco ojival tabicado, con la clave desaparejada.


TERUEL (131 Km. de Zaragoza)
Actual capital de una de las tres provincias que constituyen Ara­gón (junto con Zaragoza y Huesca), su adscripción en época musulmana oscila entre la Marca Superior y la Media, perteneciendo en este último caso al distrito de As-Sahla, cuya capital era la cercana ciudad de Al­barracín.
Teruel es famosa por sus “torres mudéjares”, declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, el conjunto más es­pectacular de todo Aragón. Las más altas, las del Salvador y San Martín, son del siglo XIV, y su decoración con paños de sebka corrobora esta fe­cha, a pesar del arcaísmo de otros de sus elementos. En cambio las to­rres de San Pedro y de la Catedral son de dudosa adscripción, aunque es­ta última parece estar construida en 1259. Su aspecto formal se relaciona extremadamente con la Magdalena de Zaragoza.

VARIOS
Otros restos de menor importancia o de difícil clasificación se conservan en el distrito de Zaragoza, como las torres de Albalate del Arzobispo (con cámara en la planta baja), San Martín de Belchite, Per­diguera, Pina, Leciñena, Alcubierre, San Mateo de Gállego, Villanueva de Gállego y la mezquita de Zuera, completando la serie de monumentos o restos zagríes conservados hasta la fecha.

3.5.3. - EL DISTRITO DE CALATAYUD / ºAMAL DE QALºAT-AYYUB
La ciudad de Calatayud, primera ciudad creada por el Islam en Al-Andalus, fue fundada por Ayyüb B. Habib al-Lahmi en el año 97/716. Se asentó al pie de un sistema montañoso entre las ciudades pre-islámicas de Bilbilis (celtíbera y pre-romana) y Bilbilis Augusta (romana).
Su importante recinto fortificado, levantado el año 273 por el emir Muhammad I con cuatro castillos y murallas, se conserva gracias a que la expansión de la ciu­dad fue en sentido contrario al mismo.
Los monumentos zagríes conservados en el distrito de Calatayud se distinguen de los de Zaragoza por su balcón, que se abre al exte­rior mediante dos arcos entrecruzados en cada cara de la Torre, y que, además, es, en ocasiones, de menor sección que el resto de la torre, co­mo si se tratase de una linterna.

SAN ANDRES (Calatayud) Mezquita y Alminar.







Calatayud. San Andrés. El chapitel y los cuerpos abiertos son del s. XV. La disposición de las naves en el hastial es muy similar a la que pudo tener la mezquita, en este caso de menor altura

















Calatayud. San Andrés. Pintado en blanco, parte correspondiente a la mezquita andalusí del s. XI. Las cubiertas de madera se sustituyen en el s. XIV por bóvedas de ladrillo macizo (pintadas en rojo). El presbiterio es una ampliación del s. XVI



La iglesia de San Andrés se encuentra en el centro de la medina y se sabe que fue la primera iglesia consagrada tras la conquista. Los tramos de los pies de la actual iglesia corresponden a la antigua mezquita, a la que se le cambió la cubierta de madera por otra de cruce­ría, y a la que se le suprimió un tramo al sur de la actual fábrica. Su torre debió ser el mihrab de la mezquita. Consta de una cámara en la planta baja cubierta por bóveda de aproximación de hiladas (que sujeta el machón central de la torre), y revestida por una bóveda falsa de cru­cería.
El exterior del alminar, muy bello, de planta octogonal y decora­do desde su parte inferior, posee todo el repertorio de decoración zagrí, con óculos provistos de celosías, una de ellas con una estrella de cinco puntas. El cuerpo de campanas quizá se añadiese en el siglo XVI. Junto con San Andrés, hay que citar la torre de la colegiata de Santa María, de difícil datación, muy relacionada formalmente con San Andrés.

ATECA
El alminar de Santa María de Ateca y él que posee más rasgos orien­tales de todos los conservados en Aragón. A los motivos decorativos zagríes (ar­cos entrecruzados, espigas, platos, etc.) hay que añadir los arcos de herradura dispuestos en forma de arquería en su parte media y arco persa en la inferior. El cuer­po superior, del siglo XVII, ocupa el lugar de su antigua linterna, aprovechan muros de ésta.
Interiormente, presenta la escalera cubierta por bóvedas de cañón apuntando en su parte inferior, y de aproximación de hiladas en el res­to. El sistema de bóvedas de cañón apuntando, es común en la arquitec­tura zagrí, y además de Longares, Encinacorba y Romanos que las emplean para separar plantas, Ateca, Belmonte y Aniñón las emplean para cubrir escaleras.

TERRER
Terrer a mitad de camino (11Km) entre Calatayud y Ateca conserva su alminar, más pobre de decoración que los anteriores, pero con todos los elementos característicos de la tipología del distrito, es decir, decoración zagrí y balcón con arcos entrecruzados.

BELMONTE DE CALATAYUD / BELMONTE DE GRACIÁN
Belmonte conserva su alminar, englobado en su sistema defensivo y visible desde el alminar de Villalba de Perejil. Su cuerpo inferior es de tapial, con platos incrustados. Arquerías ciegas con columnas de ladrillo o cerámica, espina de pez, platos, etc., además del balcón de arcos entrecruzados, la encuadran en lo más convencional de la arquitec­tura zagrí. La medida de sus ladrillos, y su disposición están relacionados con Ateca y Maluenda, mientras que la arquería del remate, con arcos de abocinados, la relacionan con la Magdalena de Zaragoza.

MORATA DE JILOCA
Morata es un pequeño pueblo, a mitad de camino entre Calatayud y Daroca. La magnífica iglesia de San Martín, antigua mezquita transfor­mada dos veces, la primera, en torno a 1400 en iglesia-fortaleza (y la segunda, en el siglo XVI mediante la adición de un pórtico y un mirador de arquetes, está fuera de contexto en un pueblo de pequeña entidad como Morata.
El edificio está orientado hacia el Sureste. Su fachada princi­pal está estrechamente relacionada con la Parroquieta de La Seo de Za­ragoza, con parecidos elementos formales tanto en lo referente a la la­ceria como a la cerámica. Su escasa altura los elementos zagríes ya ci­tados, su portada abocinada, con arcos túmidos, muy próxima a la tumba de Ismail de Bujara. La planta cuadrada del templo, la singularidad de la ornamentación de su torre, etc., apuntan a su datación en el siglo XI.

ANIÑÓN
La iglesia de Nuestra Señora del Castillo, del siglo XVI, indica por su topónimo, el origen fortificado del lugar. La torre, antiguo alminar, desvinculado de la iglesia actual, posee un cuerpo ciego con la decoración zagrí (rombos, espigas, arcos entrecruzados, etc., aunque no se conserva la cerámica), y un cuerpo alto común al de otras torres del distrito de Calatayud, con el balcón formado por dos arcos entrecruza­dos sobre el que se extiende una arquería abierta. El último cuerpo es un añadido mudéjar. El muro occidental de la iglesia, pertenece a un edificio anterior. Su rica decoración a base de frisos de ladrillo en esquinillas, y cuerpos separados por cornisas de ladrillo aplantillado, no permite catalogarlo en época zagrí o mudéjar por el momento.

VARIOS
Otros edificios que pueden catalogarse en el distrito de Calata­yud sería la Mezquita de Miedes, cuya planta se ha conservado en su in­tegridad gracias a que la iglesia que la sustituyó no la alteró cono en otros casos, y la de Villarroya de la Sierra, cuya parte central se transformó en nave gótica añadiendo un ábside cuadrado, conservando los cerramientos extremos, coronados de un riquísimo y volado rafe.
Maluenda, conserva en su parroquia de Santa María, una torre de tapial sobre la que quedan restos de otro cuerpo de ladrillo, muy seme­jante a la torre de la vecina Belmonte. Una inscripción del coro de la iglesia, construido en el siglo XV, tiene dos partes una en latín con el nombre del arquitecto Yucaf Adolmalih (Yusuf ºAbd.al-malik) y otra en árabe, que dice “No hay más dios que Dios, y Mahoma es el enviado de Dios. No hay... sino Dios”. Como se ve las relaciones entre cristianos y musulmanes eran excelentes. La torre está relacionada con el sistema de fortificaciones musulmán.
Cervera de la Cañada, conserva su castillo musulmán, convertido en iglesia mudéjar en 1426, por el más grande arquitecto mudéjar arago­nés Mahoma Ramí, protegido de Benedicto XIII, Papa aragonés.
La Almunia, conserva de su mezquita, el alminar, semejante a los de Terrer, Belmonte y Aniñón, aunque su balcón se tabicó en el siglo XVI para poder recrecerla en estilo mudéjar.
Villalba de Perejil conserva restos de su mezquita de tapial, con ventanas de arcos de herradura, quizá del siglo IX.

3.5.4.- OTROS DISTRITOS DE ARAGON
Los monumentos zagríes conservados en el resto de Aragón, son me­nos numerosos y de más difícil adscripción. No obstante, Tarazona, ciu­dad importante, sede episcopal, y con un elevado número de monumentos mudéjares, también conserva algún edificio musulmán.

TARAZONA
MEZQUITA ALJAMA / IGLESIA DE LA MAGDALENA
De la mezquita aljama se conservan parte de sus naves, su techumbre y el alminar. Igual que en La Seo de Zaragoza, tras la conquista de Tarazona y la consagración de su mezquita-aljama para catedral, se le proveyó de tres ábsides para dotarla de planta direccional.
El traslado de la catedral en el silo XIII a un nuevo edificio, permitió que se conservase el espacio de la antigua mezquita, que aun­que muy transformado ha llegado hasta nuestros días. Consta de tres na­ves, más ancha la central, y guarda estrecha relación conceptual con la mezquita de Torrellas (a 4 Km de Tarazona), construida para la comuni­dad mudéjar en el siglo XV y transformada en iglesia en 1610.
El alminar tiene la base de piedra, como el de La Seo de Zaragoza o San Martín de Belchite. De planta cuadrada, su balcón es como el de Alagón, y su último cuerpo sería añadido en el siglo XVI. El cuerpo cie­go, igual que Alagón, tiene poca decoración, limitándose ésta a la parte superior, más visible. No obstante, sin datación se presenta incierta por la existente de documentos de piedra en su cuerpo inferior de tipo románico.

OTROS EDIFICIOS DE TARAZONA
La falta de datos para fechar los monumentos zagríes y mudéjares no permiten precisar otros restos, pero probablemente sea musulmana la Puerta de Cinto, acceso a la medina musulmana. También el palacio epis­copal, antigua Zuda, debe guardar muros y otros elementos musulmanes.
Las mezquitas de Torrellas, Tórtoles y Santa Cruz del Moncayo en pueblos próximos a Tarazona, no son encuadrables en este estudio ya que son mudéjares de los siglos XIV y XV.

DAROCA
La ciudad de Daroca, fundada por los musulmanes en el siglo VIII, experimentó un gran crecimiento tras la conquista, al convertirse en cabeza de un amplio territorio fronterizo, la “Comunidad de Daroca”, lo que se tradujo en la construcción de varias iglesias románicas. Su arqui­tectura mudéjar es muy personal, directamente influenciada por La Aljafería y apartada del resto de la arquitectura mudéjar aragonés. Ello debió deberse a la existencia de una arquitectura zagrí anterior, de la cual evolucionó. La torre de la iglesia de San Jaime, demolida en 1913, posiblemente fuese el alminar que sirvió de inspiración a las torres mudéjares posteriores.
Embutido en una torre gótica del x. XV de piedra, y girada respecto de la nave del templo, se conserva el alminar de ladrillo de la mezquita-aljama, actual colegiata. Su orientación al SE y el hecho de ser ocultado en el s. XV quitan cualquier duda sobre su datación islámica. El sistema de bóvedas de la escalera presenta la misma singularidad que el mudéjar darocense con respecto al aragonés, ya que aquí se sustituyen las bóvedas falsas por losas de ladrillo escalonado que se apoyan sobre arcos mixtilineos.
Esta torre, junto un ala de La Seo zaragozana, son los únicos que conocemos por el momento, de alminares aprovechados como elementos estructurales de campanarios cristianos.

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