(Aragón Siglo XXI, 05/11/97)
"Hanas ibn ºAbd Allah as-Sanºáni construyó la mezquita de la ciudad y levantó su mihrab. Cuando se hizo una ampliación de la mezquita-aljama, fue demolido el muro meridional, respetando el mihrab. Excavaron por debajo de él y lo levantaron sobre dos grandes vigas de madera bajo las cuales colocaron unas columnas tumbadas con el fin de trasladarlo de sitio. Tiraron luego de las dos vigas por medio de cables pero el mismo día en que se hizo comenzó a grietarse el mihrab. Al día siguiente lo aseguraron con cables y volvieron a correrlo hasta el lugar en que hoy sigue emplazado. Por encima de él y a sus lados construyeron el edificio que lo recubre". (Ahmad ibn ºumar al ºudri, 393/1003 - 478/1085).
"En su mezquita hay un mihrab de un solo bloque de marmol blanco que no existe en la tierra otro como éste". (Az-Zuhri).
Las fuentes árabes que hablan de la mezquita mayor de Zaragoza, destacan de ella su mihrab, debido a que se creía que su constructor fue el tabí Hanas as-Saº`áni, venerado personaje que había conocido al Profeta, y que enterrado en el cementerio de báb al-Qibla (junto a la actual iglesia de la Magdalena), era objeto de devoción en todo Al-Andalús. La tradición cuenta que la mezquita de Zaragoza era la mas antigua de Al-Andalús, mandada construir por el tabí yemení citado.
A lo largo de sus cuatro siglos de existencia abierta al culto islámico, tenemos constancia de dos ampliaciones y de que fue construida de nueva planta; esto último lo sabemos por las excavaciones que han sacado a la luz los cimientos de edificaciones, tanto correspondientes a la mezquita como a otros edificios. Entre éstos se encuentra un templo romano, situado bajo la puerta de la Pabostria, y orientado según el viario de la ciudad, o sea, según los ejes de las calles Mayor y San Gil. Probablemente, este templo se reutilizaría para catedral visigoda, por lo que los excavados cimientos de la mezquita, girados con respecto a la trama viaria y al propio templo al que venía a sustituir, tuvo que ser edificada de nueva planta. ¿Pero, por qué no se aprovecharon las estructuras del edificio anterior, como es práctica habitual desde la antigüedad hasta nuestros días? La respuesta es simple: las mezquitas, o sea, su cerramiento del fondo o muro de la qibla, han de estar canónicamente orientadas hacia La Meca, y el templo romano no lo estaba. Hanas as-Sanº°áni, tradicionalmente ligado a su fundación, debió ordenar la demolición del principal templo de la ciudad hispano-visigoda para permitir la erección de uno nuevo correctamente orientado, como símbolo del nuevo poder musulmán en contraposición del viejo régimen militar expulsado del gobierno.
En el año 856, siendo príncipe o emir de Córdoba Muhammad I, el fundador de la ciudad de Madrid y constructor en Calatayud del más antiguo complejo militar conservado en Al-Andalús, se tiene constancia de una ampliación de la mezquita. El descubrimiento durante las recientes obras de restauración de la Seo de la huella de un alminar cerca del actual campanario permite corroborar la primera hipótesis sobre la planta de la primitiva mezquita que publiqué en TURIASO VII en 1987. Este alminar era de planta cuadrada y modestas dimensiones, en correspondencia con el tamaño de la mezquita y la ciudad en los primeros siglos de gobierno musulmán. Formalmente estaba enlazado con la arquitectura cordobesa de los Omeyas, sobresaliendo la ventana geminada del cuerpo superior, resuelta con arcos de herradura y decorada con yeserías.
Pero Zaragoza, una de las ciudades más alejadas de la capital andalusí, y gobernada al principio por una dinastía indígena, los Banu-Qasi, y posteriormente por otras de origen yemení, los Tuyibíes y los Hudíes, intentaba, y muchas veces lo conseguía, zafarse del centralismo cordobés. Su magnífico emplazamiento en la frontera con la Europa cristiana, y en el centro de un amplio y fértil valle que recordaba paisajes de Oriente, permitió un extraordinario desarrollo comercial y demográfico, que se veía acompañado, como se ha dichos cuando se podía, de una autonomía política. Además, los habitantes de este territorio, denominado en árabe Zagr al-Andalus, o sea, Marca o Frontera de España, tomaron conciencia de su diferenciación del resto de andalusíes, hasta el punto, que cuando fueron expulsados en 1610 a Túnez y Argelia, seguían conservando la conciencia de su naturaleza nacional de zagríes (o tagarenos) o sea, aragoneses musulmanes.
A principios del siglo XI, exactamente el año 1018, tras la fitna o guerra civil que desintegra el califato Omeya, aparece el primera entidad política independiente sobre el actual territorio aragonés: el reino de Saraqusta habitado por zagríes. Mundir I, su primer sultán, ordenó la segunda ampliación conocida de la mezquita que es la descrita por al-ºudri al principio del artículo.
A lo largo del siglo XI, Saraqusta conoció el periodo de su historia de mayor crecimiento económico, cultural y demográfico, que se ve reflejado por el único monumento musulmán que la historiografía oficial admite: La Aljafería. Este desarrollo sin precedentes tendría que, necesariamente, venir acompañado de grandes construcciones que diesen respuesta a este esplendor. Por tanto, esta situación tuvo que alcanzar a la mezquita: ésta debió ampliarse hacia el sur y hacia el norte, lugares por donde aún asoman los cerramientos de la mezquita conservados, y el muro exterior y la cúpula de mocárabes de la Parroquieta. Ésta, de una altura muy superior al resto de la mezquita, hasta tal punto que sobrepasaba la del alminar viejo, debió ser una fundación real, quizás de Ahmad I Al-Muqtadir, el constructor de La Aljafería, destinada quizás a madrasa o centro de estudios, además de a mausoleo, a juzgar por las inscripciones de la cúpula y el posterior uso de tumba del arzobispo don Lope.
Cuando los Tuyibíes toman el poder en Zagr al-Andalús (Aragón andalusí), quizás movidos por el deseo de diferenciarse de las costumbres y arquitectura cordobesas, comienzan a adquirir gustos y costumbres traídos directamente del admirado próximo Oriente. Se conoce a ciencia cierta que la filosofía oriental llega a Zaragoza directamente desde allí. Pero, ¿de donde procede la arquitectura zagrí, es decir, edificios de ladrillo cogidos con yeso y con profusa decoración a base de lacerías del mismo material, con cerámica vidriada intercalada?. Lógicamente del mismo Oriente de donde procedían las clases dirigentes y el resto de sus manifestaciones culturales, incluida su religión. Además, esta tipología constructiva les venía que ni pintada para dar solución al medio natural aragonés: ausencia de piedra y abundancia de arcilla y especialmente de yeso y alabastro, materiales éstos, raros en el resto de Occidente. Los principales elementos estructurales, constructivos y ornamentales de esta arquitectura los encontramos en los edificios de Iraq e Irán, algunos -como las bóvedas enjarjadas y los arcos apuntados- en edificios tan
antiguos como las tumbas de Ur, fechables hace 4.000 años. El imperio Sasánida, última entidad política existente en esos países antes de la llegada del Islam, transmitió estas técnicas a los nuevos edificios públicos que se construyeron a partir de entonces, y se sabe que se formaron tal cantidad de maestros de obras que hubieron de emigrar transmitiendo sus conocimientos. Y Aragón sería uno de sus destinos por la gran afinidad de su medio ambiente con el de su país de origen. Por eso, La Aljafería es la única fortaleza en llano de toda España (y gran parte de África), al contrario de Oriente, en donde es común. Y la desaparecida Torre Nueva, cuya singular planta estrellada tiene su antecedente en las torres selyuqíes de Irán, así proyectadas para ahuyentar a los malos espíritus.
Volviendo a la Seo zaragozana, la historiografía oficial siempre había considerado que tras la "Reconquista", se construyó una catedral románica sobre el solar de la mezquita. "Inexplicablemente", años después habría de ser demolida (como el resto de iglesias románicas del valle del Ebro, cosa que no ocurrió en el Viejo Aragón, donde casualmente si se conservan numerosísimos ejemplos del románico) para ser sustituida por una catedral gótica que finalmente fue ampliada a finales del s. XV y principios del s. XVI para adquirir su extraña fisonomía actual: la única catedral de Occidente, si exceptuamos la de Córdoba, con planta cuadrada en lugar de longitudinal. Y además, la única que tiene sus ábsides románicos orientados hacia el norte en lugar de hacia el este.
"En su mezquita hay un mihrab de un solo bloque de marmol blanco que no existe en la tierra otro como éste". (Az-Zuhri).
Las fuentes árabes que hablan de la mezquita mayor de Zaragoza, destacan de ella su mihrab, debido a que se creía que su constructor fue el tabí Hanas as-Saº`áni, venerado personaje que había conocido al Profeta, y que enterrado en el cementerio de báb al-Qibla (junto a la actual iglesia de la Magdalena), era objeto de devoción en todo Al-Andalús. La tradición cuenta que la mezquita de Zaragoza era la mas antigua de Al-Andalús, mandada construir por el tabí yemení citado.
A lo largo de sus cuatro siglos de existencia abierta al culto islámico, tenemos constancia de dos ampliaciones y de que fue construida de nueva planta; esto último lo sabemos por las excavaciones que han sacado a la luz los cimientos de edificaciones, tanto correspondientes a la mezquita como a otros edificios. Entre éstos se encuentra un templo romano, situado bajo la puerta de la Pabostria, y orientado según el viario de la ciudad, o sea, según los ejes de las calles Mayor y San Gil. Probablemente, este templo se reutilizaría para catedral visigoda, por lo que los excavados cimientos de la mezquita, girados con respecto a la trama viaria y al propio templo al que venía a sustituir, tuvo que ser edificada de nueva planta. ¿Pero, por qué no se aprovecharon las estructuras del edificio anterior, como es práctica habitual desde la antigüedad hasta nuestros días? La respuesta es simple: las mezquitas, o sea, su cerramiento del fondo o muro de la qibla, han de estar canónicamente orientadas hacia La Meca, y el templo romano no lo estaba. Hanas as-Sanº°áni, tradicionalmente ligado a su fundación, debió ordenar la demolición del principal templo de la ciudad hispano-visigoda para permitir la erección de uno nuevo correctamente orientado, como símbolo del nuevo poder musulmán en contraposición del viejo régimen militar expulsado del gobierno.
En el año 856, siendo príncipe o emir de Córdoba Muhammad I, el fundador de la ciudad de Madrid y constructor en Calatayud del más antiguo complejo militar conservado en Al-Andalús, se tiene constancia de una ampliación de la mezquita. El descubrimiento durante las recientes obras de restauración de la Seo de la huella de un alminar cerca del actual campanario permite corroborar la primera hipótesis sobre la planta de la primitiva mezquita que publiqué en TURIASO VII en 1987. Este alminar era de planta cuadrada y modestas dimensiones, en correspondencia con el tamaño de la mezquita y la ciudad en los primeros siglos de gobierno musulmán. Formalmente estaba enlazado con la arquitectura cordobesa de los Omeyas, sobresaliendo la ventana geminada del cuerpo superior, resuelta con arcos de herradura y decorada con yeserías.
Pero Zaragoza, una de las ciudades más alejadas de la capital andalusí, y gobernada al principio por una dinastía indígena, los Banu-Qasi, y posteriormente por otras de origen yemení, los Tuyibíes y los Hudíes, intentaba, y muchas veces lo conseguía, zafarse del centralismo cordobés. Su magnífico emplazamiento en la frontera con la Europa cristiana, y en el centro de un amplio y fértil valle que recordaba paisajes de Oriente, permitió un extraordinario desarrollo comercial y demográfico, que se veía acompañado, como se ha dichos cuando se podía, de una autonomía política. Además, los habitantes de este territorio, denominado en árabe Zagr al-Andalus, o sea, Marca o Frontera de España, tomaron conciencia de su diferenciación del resto de andalusíes, hasta el punto, que cuando fueron expulsados en 1610 a Túnez y Argelia, seguían conservando la conciencia de su naturaleza nacional de zagríes (o tagarenos) o sea, aragoneses musulmanes.
A principios del siglo XI, exactamente el año 1018, tras la fitna o guerra civil que desintegra el califato Omeya, aparece el primera entidad política independiente sobre el actual territorio aragonés: el reino de Saraqusta habitado por zagríes. Mundir I, su primer sultán, ordenó la segunda ampliación conocida de la mezquita que es la descrita por al-ºudri al principio del artículo.
A lo largo del siglo XI, Saraqusta conoció el periodo de su historia de mayor crecimiento económico, cultural y demográfico, que se ve reflejado por el único monumento musulmán que la historiografía oficial admite: La Aljafería. Este desarrollo sin precedentes tendría que, necesariamente, venir acompañado de grandes construcciones que diesen respuesta a este esplendor. Por tanto, esta situación tuvo que alcanzar a la mezquita: ésta debió ampliarse hacia el sur y hacia el norte, lugares por donde aún asoman los cerramientos de la mezquita conservados, y el muro exterior y la cúpula de mocárabes de la Parroquieta. Ésta, de una altura muy superior al resto de la mezquita, hasta tal punto que sobrepasaba la del alminar viejo, debió ser una fundación real, quizás de Ahmad I Al-Muqtadir, el constructor de La Aljafería, destinada quizás a madrasa o centro de estudios, además de a mausoleo, a juzgar por las inscripciones de la cúpula y el posterior uso de tumba del arzobispo don Lope.
Cuando los Tuyibíes toman el poder en Zagr al-Andalús (Aragón andalusí), quizás movidos por el deseo de diferenciarse de las costumbres y arquitectura cordobesas, comienzan a adquirir gustos y costumbres traídos directamente del admirado próximo Oriente. Se conoce a ciencia cierta que la filosofía oriental llega a Zaragoza directamente desde allí. Pero, ¿de donde procede la arquitectura zagrí, es decir, edificios de ladrillo cogidos con yeso y con profusa decoración a base de lacerías del mismo material, con cerámica vidriada intercalada?. Lógicamente del mismo Oriente de donde procedían las clases dirigentes y el resto de sus manifestaciones culturales, incluida su religión. Además, esta tipología constructiva les venía que ni pintada para dar solución al medio natural aragonés: ausencia de piedra y abundancia de arcilla y especialmente de yeso y alabastro, materiales éstos, raros en el resto de Occidente. Los principales elementos estructurales, constructivos y ornamentales de esta arquitectura los encontramos en los edificios de Iraq e Irán, algunos -como las bóvedas enjarjadas y los arcos apuntados- en edificios tan
antiguos como las tumbas de Ur, fechables hace 4.000 años. El imperio Sasánida, última entidad política existente en esos países antes de la llegada del Islam, transmitió estas técnicas a los nuevos edificios públicos que se construyeron a partir de entonces, y se sabe que se formaron tal cantidad de maestros de obras que hubieron de emigrar transmitiendo sus conocimientos. Y Aragón sería uno de sus destinos por la gran afinidad de su medio ambiente con el de su país de origen. Por eso, La Aljafería es la única fortaleza en llano de toda España (y gran parte de África), al contrario de Oriente, en donde es común. Y la desaparecida Torre Nueva, cuya singular planta estrellada tiene su antecedente en las torres selyuqíes de Irán, así proyectadas para ahuyentar a los malos espíritus.
Volviendo a la Seo zaragozana, la historiografía oficial siempre había considerado que tras la "Reconquista", se construyó una catedral románica sobre el solar de la mezquita. "Inexplicablemente", años después habría de ser demolida (como el resto de iglesias románicas del valle del Ebro, cosa que no ocurrió en el Viejo Aragón, donde casualmente si se conservan numerosísimos ejemplos del románico) para ser sustituida por una catedral gótica que finalmente fue ampliada a finales del s. XV y principios del s. XVI para adquirir su extraña fisonomía actual: la única catedral de Occidente, si exceptuamos la de Córdoba, con planta cuadrada en lugar de longitudinal. Y además, la única que tiene sus ábsides románicos orientados hacia el norte en lugar de hacia el este.
Fachada norte de la Seo en el s. XI y en la actualidad
En la revista Turiaso antes citada publiqué estas consideraciones y llegaba a las siguientes conclusiones:
• La conquista de Zaragoza por el rey Alfonso I supuso un descenso brusco de su población a la vez que el nivel de desarrollo cultural de los nuevos pobladores era muy inferior al de los anteriores. Por tanto, aquellos aprovecharían los edificios que se encontraron, evitando su derribo. En el caso de La Seo se limitaron -al cabo de 70 añosa construir tres ábsides románicos que se emplazaron al norte, lejos del venerado mihrab situado al este. El mihrab, convertido en capilla de la Virgen dentro del claustro que se construyó más adelante, aún era venerado por los moros zaragozanos en 1496, según relata Münzer en su libro de viajes.
• En el siglo XIV, cuando "era muy antigua... y amas desto era baja y oscura..." o sea que seguía en pie la mezquita, se derriba en parte para construir en su interior la catedral mudéjar, que con las ampliaciones de los arzobispos de la Casa de Aragón llegarían a alcanzar el cerramiento exterior cuadrado de la mezquita.
• En el mismo siglo XIV, el arzobispo Lope Fernández de Luna manda construir la capilla de San Miguel que le habría de servir de enterramiento, y que es conocida popularmente con el nombre de Parroquieta. Interiormente, la capilla, que tiene acceso directo desde el exterior, consta de una cabecera cubierta por una cúpula de madera decorada con epigrafía cúfica árabe y mocárabes, y a un lado se emplaza la tumba gótica del obispo enmarcada por dos ventanas góticas. Bajo la tumba se sitúa una escalera que accede a una cripta. Esta escalera, está cubierta como es habitual en los edificios zagríes y mudéjares, con bóvedas enjarjadas de ladrillo, pero se ven interrumpidas por una bóveda vahída de piedra sobre la que apoya la sepultura gótica, lo que obliga a agacharse para poder franquearla. La nave de la capilla es de dos tramos y cubierta por bóvedas de crucería e iluminadas por sendas ventanas góticas correctamente emplazadas en los ejes de cada uno de los tramos. El cerramiento exterior está resuelto según la técnica oriental de ocultar elementos estructurales –justo lo contrario de la arquitectura gótica, que los resalta- mediante dos muros paralelos trabados mediante bóvedas enjarjadas de ladrillo que acompañan a escaleras y corredores. Uno de estos pasillos se interrumpe violentamente al llegar a una de estas ventanas góticas. Exteriormente, la Parroquieta destaca por una exquisita decoración geométrica que queda violentada por la existencia de las cuatro ventanas góticas. Además, como hemos visto, los corredores del muro exterior quedan interrumpidos en mayor o menor medida por los elementos incuestionables datables en el s. XIV: sepultura y ventanas. Por tanto, don Lope no pudo construir de nueva planta sino que recicló una construcción preexistente.
• La torre barroca envuelve y oculta el antiguo alminar de la mezquita, de planta octogonal. Ya el arquitecto don Francisco Íñiguez, que restauró la Aljafería cuando estaba oculta por un cuartel, había publicado en los años treinta la existencia de este alminar, encuadrando también dentro del periodo islámico otras torres como las de Tauste o Ateca. En los croquis preparatorios de la vista de Zaragoza, de Van der Wingaerde, aparece la torre de la Seo con planta octogonal. Sin duda, este alminar de notables proporciones, vino a sustituir al primitivo de época emiral o califal, que se vio embutido por la fábrica de la Parroquieta, de mayor altura que éste.
Posteriormente a 1987 se han conocido nuevos datos que han venido a constatar las hipótesis anteriores:
En primer lugar, el silencio despectivo hacia esta cuestión por parte del departamento de Arte de la Universidad de Zaragoza, evidenciando el desprecio por personas que osan poner en cuestión sus planteamientos seculares. Aunque sean arquitectos que se dedican a la restauración, y que, independientemente de su formación académica en arte e historia de la Arquitectura, el contacto directo con edificios antiguos les permite conocer exhaustivamente la evolución constructiva de los mismos .
Inscripción sobre yeso en el extremo oeste de la fachada de la Parroquieta. s XI
Ensegundo lugar, el descubrimiento en 1992 del arquitecto autor del muro de la Parroquieta: Salama bin Galb. En ese año, Ignacio Gracia, Arquitecto Director de las obras de restauración, a quien previamente yo le había puesto al corriente de la posible evolución constructiva de la Seo, me invitó a visitar el exterior de la Parroquieta, entonces accesible mediante andamio. Me explicó que el inmediato ábside románico se apoyaba sobre el muro de la Parroquieta, por lo que éste debía ser más antiguo, y por tanto y posiblemente, musulmán. Durante esta visita reparé en una inscripción sobre el yeso del fondo de uno de los rombos curvilíneos del muro, el situado más hacia la derecha de la pared. La inscripción en caracteres cúficos (dejan de usarse en el siglo XII) dice : ºamal.... Salama bin Galb, que puede traducirse como el trabajo o la obra es de Salama bin Galb. Publicado en la prensa local a toda página días después, un silencio sepulcral por parte de los responsables científicos en materia de arte, ha acompañado a este hallazgo. Únicamente conozco una pequeña referencia suscrita por María Isabel Álvaro Zamora (Universidad de Zaragoza) que en un trabajo titulado "La decoración cerámica en las obras del Papa Luna" publicado por el CEB en 1994 en homenaje a Benedicto XIII, dice al respecto que "...al haber aparecido una inscripción cúfica, grabada sobre el enlucido de yeso, con el nombre que pudo ser su maestro de obras:... "Galí". Nota 3: El hallazgo correspondió con las obras de restauración de la catedral y concretamente con las ya concluidas del muro de la Parroquieta, que se realizaron siendo arquitecto encargado Ignacio Gracia. Con ellas se han repuesto las piezas cerámicas perdidas y apareció la inscripción citada, que queda hoy bien visible (octubre de 1992)”. A tal fin debo aclarar que si Ignacio Gracia no me hubiese invitado a visitar las obras, probablemente hoy no tendríamos constancia de la existencia de dicha inscripción, puesto que ni el Arquitecto Director ni los trabajadores de la obra tenían, lógicamente, conocimientos de árabe. ¡Pensaba que era un garabato!, me comentó Ignacio tras el descubrimiento. Pero la señora Alvaro ha tenido un exquisito cuidado en ocultar la identidad del autor del hallazgo, cuestión no baladí porque ello implicaría un cierto reconocimiento de sus planteamientos críticos. Pero aún es mas importante la omisión del dato de que la inscripción no es tan extremadamente breve como Galí (apellido común mudéjar), sino ºamal .... Salama bin Galb. Éste es un nombre árabe, anterior al siglo XII, mientras que el primero es un nombre mudéjar, ya que los maestros moros del siglo XIV no hablaban árabe y firmaban su autoría en latín. En el mismo muro de la Parroquieta, en su parte inferior izquierda, y sobre mosaico, se ha restaurado una inscripción latina que traducida dice: edificada y bien fundada está sobre piedra firme. Pero aquí no aparece ningún autor. Como arquitecto restaurador he intervenido en dos iglesias de finales del siglo XIV o principios del XV, Santa María de Maluenda y San Juan Bautista de Chiprana, en las que en ambas firman sus autores con un Muza Abdelmalic me fecit y Farax de Galí me fecit acompañados en ambos casos con una profesión de fe de ambos autores, No hay mas dios que Dios... en este caso y como manda el Islam, en la lengua de Mahoma, y, por supuesto, en caracteres no cúficos.
En tercer y último lugar, en 1994 se efectuaron las excavaciones arqueológicas de la Seo, cuyos resultados no han visto la luz. Pero por las fotografías y gráficos publicados en Heraldo de Aragón conocemos algo:
l. Los cimientos de la mezquita aparecen justo debajo de los muros existentes de la catedral y a una cota sólo unos centímetros por debajo del actual pavimento. Por tanto no era en absoluto aventurado afirmar que parte de los cerramientos actuales son los de la mezquita.
2. No ha aparecido ni rastro de la supuesta catedral románica.
3. El primer emplazamiento de la mezquita propuesto por mí en 1987 se confirma con las excavaciones. Las ampliaciones propuestas también aparecen, al menos en parte, en las excavaciones.
4. No se ha excavado ni explorado en el interior de la torre barroca para averiguar si en su interior se conserva el alminar octogonal (aparte de la contratorre y escalera que obviamente pertenecían a él).
5. A pesar de que la DGA mandó fotografiar las inscripciones -también cúficas- de la bóveda de mocárabes, éstas siguen sin ser traducidas ni interpretadas por expertos. Tampoco se ha ordenado que se averigüe mediante Carbono 141a antigüedad de la madera de la bóveda.
CONCLUSIÓN
Desde hace años, en Toledo y Andalucía, principales focos de "arquitectura mudéjar", se admite que una gran parte de estos edificios antes considerados mudéjares corresponden al periodo islámico. En Aragón, por desgracia, siguen imponiendose las tesis oficialistas contrarias de la Universidad, mientras que las tesis críticas se circuscriben, además de a quien esto suscribe, a mi amigo Agustín Sanmiguel, presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos.
Aragón posee un tesoro incalculable, que debería ser Patrimonio de la Humanidad y foco de interés mundial, en un conjunto de edificios islámicos de ladrillo, la mayoría de ellos construidos en el siglo XI, y encabezados por la Parroquieta y la torre de la Magdalena de Zaragoza. Estos edificios, cuyo precedente hay que buscarlo en la arquitectura del mundo persa, darían origen, lógicamente a la arquitectura mudéjar, y también a la islámica del resto de Al-Andalús y del Magreb de los siglos XII y XIII, siendo ejemplos destacados la Giralda de Sevilla y la Kutubiyya de Marraquex.
En tercer y último lugar, en 1994 se efectuaron las excavaciones arqueológicas de la Seo, cuyos resultados no han visto la luz. Pero por las fotografías y gráficos publicados en Heraldo de Aragón conocemos algo:
l. Los cimientos de la mezquita aparecen justo debajo de los muros existentes de la catedral y a una cota sólo unos centímetros por debajo del actual pavimento. Por tanto no era en absoluto aventurado afirmar que parte de los cerramientos actuales son los de la mezquita.
2. No ha aparecido ni rastro de la supuesta catedral románica.
3. El primer emplazamiento de la mezquita propuesto por mí en 1987 se confirma con las excavaciones. Las ampliaciones propuestas también aparecen, al menos en parte, en las excavaciones.
4. No se ha excavado ni explorado en el interior de la torre barroca para averiguar si en su interior se conserva el alminar octogonal (aparte de la contratorre y escalera que obviamente pertenecían a él).
5. A pesar de que la DGA mandó fotografiar las inscripciones -también cúficas- de la bóveda de mocárabes, éstas siguen sin ser traducidas ni interpretadas por expertos. Tampoco se ha ordenado que se averigüe mediante Carbono 141a antigüedad de la madera de la bóveda.
CONCLUSIÓN
Desde hace años, en Toledo y Andalucía, principales focos de "arquitectura mudéjar", se admite que una gran parte de estos edificios antes considerados mudéjares corresponden al periodo islámico. En Aragón, por desgracia, siguen imponiendose las tesis oficialistas contrarias de la Universidad, mientras que las tesis críticas se circuscriben, además de a quien esto suscribe, a mi amigo Agustín Sanmiguel, presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos.
Aragón posee un tesoro incalculable, que debería ser Patrimonio de la Humanidad y foco de interés mundial, en un conjunto de edificios islámicos de ladrillo, la mayoría de ellos construidos en el siglo XI, y encabezados por la Parroquieta y la torre de la Magdalena de Zaragoza. Estos edificios, cuyo precedente hay que buscarlo en la arquitectura del mundo persa, darían origen, lógicamente a la arquitectura mudéjar, y también a la islámica del resto de Al-Andalús y del Magreb de los siglos XII y XIII, siendo ejemplos destacados la Giralda de Sevilla y la Kutubiyya de Marraquex.
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